La inflación es el incremento general de los precios, regalo envenenado de políticos y burócratas irresponsables. El IPC, medida imperfecta de la inflación, aumenta porque los precios de los bienes y servicios se incrementan como consecuencia de una mayor demanda impulsada por una oferta monetaria que crece excesivamente.
Sin un aumento paralelo en el volumen de la producción, una mayor masa monetaria en circulación siempre produce inflación. Esta regla se viene cumpliendo desde la antigüedad. Cuando parte de los tesoros saqueados por Alejandro en la conquista de Persia llegaron a Grecia los precios se elevaron. En el siglo XVI el oro y la plata de América aumentaron la oferta monetaria, lo que inevitablemente produjo alzas de precios en España y en el continente.
Desde hace bastante tiempo los estados tienen el monopolio de emisión de la moneda, lo cual es una fuente de problemas dado que el principal objetivo de los gobernantes no es preservar el valor de la moneda, ni el de los ahorros de la gente, sino aumentar constantemente su poder. A este fin necesitan cada vez más recursos y únicamente los pueden conseguir de tres maneras, subiendo todos los años los impuestos, endeudándonos cada vez más, y destruyendo el valor del dinero emitiendo moneda a un ritmo muy superior al que crece la economía.
El factor más inflacionista es la expansión monetaria excesiva. La inflación acumulada que sufren tanto España como Europa desde 2020 es la consecuencia de las políticas fiscales y monetarias extractivas aplicadas por la UE y el BCE. Estas políticas han producido un enorme aumento de la masa monetaria en circulación, lo que ha disparado la inflación.
En los EE.UU de 1998 un billete de 100 USD no alcanzaba a comprar ni siquiera lo que compraba uno de 20 en 1960. Esto es una pérdida de más del 80% en sólo 38 años. Por eso es muy mala idea tener saldos ociosos en cuenta corriente, o en efectivo, durante muchos años. Por lo mismo es una pésima idea votar a políticos que gastan siempre más de lo que ingresan y que no dudan en monetizar deuda pública.
El expolio monetario ejecutado por los políticos y burócratas occidentales es aún mucho peor en los países del tercer mundo. En estos lugares las élites políticas postran a los ciudadanos en la extrema pobreza mediante inflaciones de hasta 4 o 5 dígitos, muchas veces mientras enarbolan las banderas de la justicia social y la equidad. En muchos de estos países la gente trata de ahorrar en USD, y/o en oro, con el fin de evitar que sus gobernantes les expolien todo.
El oro sirve como reserva porque su oferta es finita y por lo tanto su valor no puede ser manipulado por los políticos. Por eso en EE.UU el oro se disparó hasta los 25.800 USD por kilo debido a la inflación y crisis de los años 80. El resurgir económico de los 90 y la caída de la inflación hicieron que cayera hasta los 8.000 USD. El boom actual del oro roza los 100.000 USD por kilo, también es debido al proceso de destrucción monetaria que nuestros gobernantes, europeos y norteamericanos, nos imponen con el fin de reforzar su poder mediante la ilimitada expansión del estado. Es más apetecible expoliar a la gente por medio de la inflación que llevar una política fiscal y monetaria prudente y solvente, no vaya a ser que pierdan votos y sean desalojados del poder.
La inflación es por lo tanto un fenómeno principalmente monetario bidireccional. Un exceso de oferta monetaria genera incrementos de precios mientras que la escasez produce deflación. Esto es lo que sucedió en Gran Bretaña durante la revolución industrial porque el crecimiento de la masa monetaria en circulación no acompañó al notable incremento de la producción de bienes y servicios.
Este fenómeno se repite siempre, en todo tiempo y lugar, bajo todas las formas de mal gobierno que se conocen. Entre 1917 y 1921 Lenin y sus bolcheviques aumentaron la oferta monetaria cientos de veces en comparación con la que había en 1913. El resultado fue la hiperinflación y un empobrecimiento brutal de aquellos que se suponía debían defender.
La hiperinflación más famosa es la de la república alemana de Weimar. En julio de 1920 un USD valía 40 marcos, sin embargo, por cortesía del gobierno, el USD alcanzó la friolera de 4.000 millones de marcos en noviembre de 1923. Todos los ahorros de la gente se consumieron, todo fue robado por el gobierno alemán por el método de imprimir papel moneda sin fin mediante sus más de 1.700 imprentas. El infame tratado de Versalles tuvo mucho que ver con esto, aunque el gobierno alemán escogió la peor de las soluciones.
Aunque a otra escala, esto es lo que los políticos europeos como Sánchez, Macron, Von der Leyen y otros muchos están haciendo con la irresponsable colaboración de Lagarde al frente del BCE. Estos políticos y burócratas se han apropiado de un 23% del poder adquisitivo de los ahorros de los españoles desde 2018. La inflación acumulada desde ese año en Alemania, Francia, Italia, y la UE alcanza el 26%, 18%, 22,5% y 32% respectivamente. Me parece tremendo como la ciudadanía se traga este sapo sin pedir la dimisión de los políticos que han causado este desastre.
La inflación es sin lugar a dudas un impuesto oculto que confisca anualmente una parte de nuestra riqueza y la transfiere discretamente al estado que emite dinero nuevo. No se trata de una calamidad inevitable sino de un mal que los gobiernos avariciosos generan conscientemente con el fin de aumentar sus recursos y su poder.
Que no les engañen con cuentos chinos como que ese nuevo dinero va a los necesitados pues en España nunca ha sido el estado tan grande y nunca ha dispuesto de tantos recursos como actualmente y a pesar de esto, no paran de crecer tanto el número de hogares en riesgo de pobreza como el de aquellos con carencia material severa .
El estado elefantiásico que tenemos actualmente ya no es un medio para el desarrollo económico y social sino un fin en sí mismo, es un mecanismo extractivo gigantesco que nos expolia en beneficio de los políticos, los burócratas y los grupos de presión que les son afines. La inflación es una de las herramientas extractivas que usan para enriquecerse a nuestra costa.