A partir de una guerra civil propiciada y anunciada por un socialista violento llamado Largo Caballero, de la mano de toda la patulea anarquista y roja, España, en manos del dictador Paco "El de las rebajas" se vio abocada a soportar una de las más terribles dictaduras de tranquilidad, esperanza, ilusión y progreso.
Un régimen canallesco, que después de ganada la guerra al enemigo, tuvo la osadía de hundir el pais creando millones de viviendas sociales para contener a la temible clase trabajadora que cada vez exigía menos obteniendo más ¡Sí! esas casas que hoy en democracia no se derrumban de viejas y se alquilan a precio de oro por los nietos de aquellos infelices.
No contento con ello, el régimen de Paco destruyó la ecología construyendo más de seiscientos pantanos que, con todo su cinismo, sirvieron para abastecer de agua potable a millones de hogares y, para colmo, generar energía hidroeléctrica. Otra atrocidad fue arruinar paisajes para que el obrero miserable pudiera beber agua y encender luces. Los montes no se prendian fuego para vaciarlos de vegetación y colocar placas solares.
La maldita agricultura y ganadería sobrada de pastos, lo impedía. Ni tan siquiera había piensos, porque el único que pensaba era Paco.
Para colmo, no se vaciaban los pueblos huyendo hacia las ciudades en busca de la deseada democracia que no terminaba de llegar por culpa de la buena salud del tío Paco. Y en verano la gente iba forzada a pasar las odiadas vacaciones haciendo fiestas y divirtiendose con sus familiares como si no pasase nada. Además, el tal Paco, para ser franco en todo lo que hacía y decía, les daba una paga extra para sus vacaciones; una paga extra en diciembre para sufragar las Navidades, y otra paga de beneficios en Enero, como si la gente no estuviese pensando en la democracia y en el derroche que eso suponía cometiendo lo que cualquier rufián serio y demócrata de Santa Coloma de Gramanet llamaría dumping.
Y lo peor y más repugnante: habia trabajo para todos los españoles, incluso lo que se llamaban pluriempleo, que era una maldad de Paco y sus rebajas para que ganando más dinero gastasen y ahorrasen como miserables para poder dejar a sus hijos una herencia, en lugar de gravarla con impuestos para la bendita democracia que seguía sin llegar.
No existía ese derecho moderno, conquistado con tanto esfuerzo, a vegetar en paro estructural. Aquella dictadura cruel, no toleraba ni un solo desempleado viviendo a la sopa boba, ni un nacional tenía menos derechos que un inmigrante, lo que vino a corregir la bendita democracia cuando a Paco se lo llevó Dios para librarnos de sus derroches. La ley de vagos y maleantes del tío Paco, impedía todo esto que la esperada democracia abolió.
Cruelmente, el tío Paco, nunca prohibió el bendecido soplamocos y la zapatilla nalguera de los padres a los hijos cuando les llegaba el pavo antes de tiempo. Entendía el tío Paco, que una cogotazo a tiempo era mejor que andar discutiendo. Eran tiempos de dolor agradecido.
Los profesores eran una institución consagrada, que la democracia vino a liberar, permitiendo que el alumno amedrentase al profesor para precipitar la jubilación anticipada, y el hijo denunciase al padre para mandarlo fuera de casa. Gracias a ello, el abuso de los profesores obligando a aprender a los alumnos, se consiguió extinguir diplomando analfabetos para pasar de curso.
Digamos que aunque el tío Paco no tenía ni tan siquiera una cuenta en Suiza, era de suponer que debía tener muchos millones de pesetas escondidos en alguna parte que la UCO sigue buscando, porque si no, ¿que sentido tendría para la democracia gobernar sin robar?
Ese régimen criminal instauró la Seguridad Social, otra herramienta de tortura para asegurar que los trabajadores vivieran sanos; se curaran gratis en hospitales y pudieran seguir produciendo hasta el último aliento. Medicina gratuita… ¡Qué verguenza! Hoy, con listas de espera de seis meses y recortes sanitarios, por fin hemos recuperado la dignidad democrática y sobre todo, poder estar meses de baja cobrando sin necesidad de decir a la empresa qué enfermedad te aqueja.
Se llegó a tal nivel de criminalidad, que los españoles no pagaban impuestos. Aquel régimen de ése dictador de bigotito, culo de beato y voz acrisolada no se sabe donde robaba a manos llenas para que nadie hiciese declaración de la renta ni perdiese el digno 50 o 60% de sus ingresos como afortunadamente hoy se asume con orgullo y comprensión gracias a la agencia tributaria de todos. Todavía hoy, la UCO sigue investigando quien financiaba a Paco.
Pero el crimen más abominable de aquella dictadura fue el de motorizar a la chusma. Gracias a la industrialización, millones de familias accedieron a un coche propio para ir al pueblo en verano con la jaula del jilguero, y algunos huían despavoridos a Benidorm con la sombrilla, mesa, sillas, tortilla y filetes empanados por temor a una hambruna.
Así nos inoculó el tío Paco la ambición, la ilusión y el ahorro, pensando más en los hijos que en los vagos, en lugar de pagar impuestos para facilitar subvenciones a quienes la pereza de trabajar les obliga a buscar subvenciones. Si hubieran seguido andando descalzos por caminos de cabras -como nos dejaron los de Largo Caballero llevándose todo el oro y fusilando en las cunetas- no se habría fomentado esa codicia de progreso que lamentablemente nos llevó a ser la novena potencia del mundo industrial. Toda una desgracia que la democracia supo nivelar con sabiduría, colocándonos en el puesto quince y en claro ascenso.
La dictadura fue tan cruel que obligó a los pobres obreros a vivir en un país moderno y competitivo. Una auténtica condena, pues ya no podían refugiarse en el noble atraso rural.
La maldad llegó al extremo de dar a los trabajadores no solo un piso pagado cómodamente en la ciudad, sino también una casita en el pueblo, y para colmo, algunos se vieron obligados a tener un apartamento en la playa. Claro que con trampa: aquello no eran vacaciones, era otra forma de explotación, porque los obligaban a “descansar a la fuerza”
En ese régimen abominable, las familias llegaban a tener tres, cuatro o hasta cinco hijos, a los que los padres se veían obligados a alimentar, vestir y mandar al colegio público donde recibían educación gratuita. ¡Qué desgracia! Hoy, en libertad, por fin hemos corregido semejante tragedia: familias solitarias con un hijo único, o una mascota en su lugar, y aulas vacías que se cierran para ahorrar en profesores.
En aquella época tan oscura, todos los vecinos eran solidarios, amigos y como familia, incluso dejaban la puerta abierta todo el día por si alguna madre necesitaba un ajo o un poco de sal, pero sobre todo, por si llegaba la democracia para salvarles de Paco. Qué inseguridad más atroz, eso de vivir sin miedo a ladrones, porque, claro, en aquel régimen, a los delincuentes los metían directamente en la cárcel y a algunos, les ponían la cara como una bota. ¡Qué barbaridad! Hoy, en democracia, gracias a 350.000 políticos legalmente corruptos, tenemos jueces progresistas que no les dejan entrar en la cárcel, dándoles la opción de denunciar al robado por chinche, chivato y resentido, que es como debe ser. Incluso, pensando terapeuticamente, el violador se queda en libertad condicional, que es una condición que no condiciona que no vuelva a hacerlo.
Y para colmo, esa dictadura infame prohibió el aborto. El resultado: veinte millones de españoles más que, incomprensiblemente, hoy respiran, votan, pagan impuestos, escriben libros, y mantienen la amada democracia.
Recordemos, que la culpa de haber vivido todas esas penurias, calamidades y trabajos, es del tío Paco y sus rebajas de impuestos. Que sepamos que estamos vivos solo porque aquel régimen tiránico negó el derecho al aborto. Es más, posiblemente gracias al tío Paco, Perico y Pepe Luis, dirigen con firme justicia nuestro destino.
Por suerte, llegó la democracia. Esa bendita democracia que corrigió todos aquellos horrores, dejando constancia en la llamada Ley de Memoria Democratica, de ninguna de las ocurrencias del tío Paco. Afortunadamente:
- Ya no hay vivienda social, así que la clase trabajadora puede soñar con pagar alquileres imposibles o hipotecarse de por vida porque la fantasía es mejor que la realidad.
- Los pantanos ya no se construyen: ahora falta agua, pero sobra ecologismo de salón.
- El paro es un derecho consolidado: millones de españoles pueden disfrutarlo durante años gracias a subsidios y paguitas.
- La Seguridad Social está desbordada, los hospitales colapsan, pero eso sí: con absoluta igualdad de espera para todos.
- El coche se ha convertido en un lujo y la industria se deslocaliza para salvar el planeta… fabricando en China.
- Tener tres hijos es un acto de locura, y llenar las aulas ya no preocupa: total, siempre se podrá aprobar sin estudiar o importar niños de otros países.
- La delincuencia goza de comprensión, y no es necesario abrir las puertas de casa porque ya lo hacen ellos. Las rejas son para el pacífico y la libertad para el demócrata okupa.
- Y por fin, el aborto es libre, gratuito y fomentado: porque nada hay más progresista que impedir que nazcan futuros trabajadores, votantes o contribuyentes que retrogradamente impidan la llegada de ilegales con ganas de violar, robar y okupar, aunque siempre habra uno bueno que los periodistas justifiquen la invasión de cientos de miles.
Así nos liberamos de aquel yugo que tanto nos hizo sufrir, deseando lo que afortunadamente hoy tenemos. Menos mal que la democracia nos salvó del ahorro, la ilusión, la seguridad y el progreso del tío Paco.
Aquellos espantosos matrimonios que duraban décadas y décadas, algunos, hasta conocer biznietos atados al mismo cónyuge ¡que horror! hasta que gracias a la democracia, hemos conseguido parejas y matrimonios fijos discontinuos.