La receta

Es peor de lo que pensaba: uno de cada tres, estamos “de la olla”

Al menos, esto es lo que afirma la memoria del Sistema Nacional de Salud correspondiente al año 2023, que acaba de publicar el Ministerio de Sanidad. Y, digo yo que será verdad, por la forma en que se comportan nuestros políticos y muchas de las personas que nos rodean, incluidos nosotros mismos, en alguna ocasión.

La verdad es que las cifras son demoledoras: El 34% de la población española padece algún problema de salud mental, afección que supera el 40% en la población de 50 y más años y el 50% en los de 85 y más. En 2022 se han registrado 343 casos de trastornos mentales y del comportamiento por cada 1.000 habitantes, más en mujeres que en hombres (374 vs. 310). La prevalencia aumenta con la edad, los valores más bajos se registran en el grupo de edad de 0 a 4 años con 95 casos por 1.000 y los más altos en el grupo de 90 a 94 años con 563 por 1.000. Hay un patrón por sexo definido afectando en la infancia y adolescencia más a los hombres, y en la juventud y etapa adulta a las mujeres.

Prevalencia de trastornos mentales y del comportamiento registrados por 1.000 habitantes según sexo y grupos de edad. Fuente: Ministerio de Sanidad. Memoria del Sistema Nacional de Salud 2023.
Prevalencia de trastornos mentales y del comportamiento registrados por 1.000 habitantes según sexo y grupos de edad. Fuente: Ministerio de Sanidad. Memoria del Sistema Nacional de Salud 2023.

Otra aportación importante de la memoria es la distribución por Comunidades Autónomas, ajustando a la edad que es de 331 casos por cada 1.000 habitantes, (hombres 305; mujeres 354) y es un 4,7% mayor que la de 2019, lo que indica que estamos empeorando.

Fuente: Ministerio de Sanidad. Memoria del Sistema Nacional de Salud 2023.
Fuente: Ministerio de Sanidad. Memoria del Sistema Nacional de Salud 2023.
 

Sufrimiento personal, familiar y social

Los trastornos mentales y del comportamiento son, quizá, la principal fuente de infelicidad, por lo que hay que darles la importancia que merecen y aportar soluciones desde el punto de vista clínico y farmacológico. Sin embargo, las soluciones no son sencillas porque algunos trastornos solo se pueden mitigar, no curar. 

La memoria solo se refiere a los trastornos de ansiedad, trastornos del sueño y trastornos depresivos que, en bastantes casos, se pueden llegar a curar, pero oculta pudorosamente los trastornos mayores, en los que los medicamentos representan considerables avances en mitigar la sintomatología, pero por desgracia no se pueden curar todavía. Por diferencia con las cifras aportadas se puede calcular que estos trastornos mayores afectan a una de cada cinco personas, muchas de las cuales llegan a hacer una vida social normal, ya que estos problemas solo son conocidos por ellos mismos, y las personas de trato más directo.

Consecuencias

Sociológicamente, la prevalencia de trastornos mentales en una sociedad como la nuestra debería mover a una reflexión sobre sus consecuencias en el empleo, el desarrollo personal y hasta en la política. Los recursos asignados por la sanidad pública son claramente insuficientes, si tenemos en cuenta que el 70% de las camas hospitalarias dedicadas a trastornos mentales proceden del sector privado, por lo que podría calificarse como uno de los grandes fracasos de nuestro sistema nacional de salud, en el que la atención a los enfermos mentales recae básicamente en las familias y se atiende principalmente con medios privados.

Conclusión

En una buena política de rendición de cuentas de nuestros gobiernos, debería entrar el análisis de la evolución de la salud mental de los ciudadanos. No estaría de más que nuestros políticos se preguntaran por qué aumenta de esta manera el malestar de los españoles y cuáles son las causas del incremento que se ha producido entre 2022 y 2023 en los trastornos mentales en España, y si ellos tienen algo de culpa. No olvidemos que las depresiones y la ansiedad en muchas ocasiones tienen causas objetivas, y quizá la polarización política sea una de ellas.

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