Los últimos acontecimientos en Venezuela, en que el ganador de las elecciones venezolanas, Edmundo González Urrutia, ha decido dejar su país, generan decepción y frustración. González no debió dejar nunca su país. Si estaba amenazado debió enfrentar las amenazas, aún a costa de su vida. Cualquier soldado patriota cuando jura por su bandera, lo hace prometiendo defenderla, hasta dar la vida, si fuese necesario.
La única líder que ha demostrado capacidad y fortaleza, ha sido María Corina Machado. Edmundo González ha sido un personaje mediocre, sin discurso, sin energía y sin valentía. Su partida a España, firmando cartas de rendición, le hacen muy mal a Venezuela. El gobierno español se jacta de haber resuelto un problema, cuando la verdad es que el tirano Maduro sigue ahí, ganando tiempo y mintiendo.
No hay otro camino más que la vía armada para sacar a los criminales venezolanos del poder. Seguir jugando al diálogo y a la democracia es un engaño para el pueblo venezolano, que sigue siendo perseguido, encarcelado y asesinado. Ojalá Edmundo González desaparezca de la escena y no se sepa nada más de él. Que se quede en España protegido y pensando solo en él y los suyos. Desde el primer día pareció un títere. La elección de González como candidato fue mala. Nunca el pueblo venezolano y la comunidad internacional debieron aceptar que se prohibiera a María Corina Machado presentarse como candidata.
El futuro de Venezuela es cada día más difícil. Sin valentía y decisión, Venezuela solo imitará el modelo cubano que ya acumula 65 años en el poder. Los acompañantes de Maduro en sus fechorías, son delincuentes criminales y especialistas en comunicaciones. Engañan y se ríen del mundo. La ONU, nido de burócratas bien pagados, sigue ausente.