La mirada de Ulisas

Dolor y más dolor

LA MIRADA DE ULISAS se carga de intenso dolor al ver la hipocresía del mundo; la de ciertos individuos que de ella toman ventaja. Se hacen a mayor resonancia, aunque estén lejos de la realidad o por lo menos hacen la tarea de exponerla con sesgo propio para desvirtuar su esencia y aumentar su propia fama, al reconocerle al mundo las supuestas verdades que anhelan escuchar. Algunos de los más reconocidos escritores israelíes o un personaje como Sanders y otros que siguen la corriente de determinados medios de información internacionales, que saben que al hablar mal de Israel obtienen mayor audiencia y mejores ventas. O como el inquisidor Tomás de Torquemada que para salvar su pellejo se convirtió en el peor carnicero de los judíos siendo el mismo un judío renegado. Se observa que el antisemitismo, desde larga data, surge cuando la cristiandad empieza a fortalecerse con la idea de que debe matar al padre, como lo hace cualquier adolescente con la figura paterna para liberarse de su peso, hasta entender que su origen es valioso y que la solución no es deshacerse de esa sombra, sino al contrario vivir con ella y sacar el mejor partido de su presencia. Pero, lamentablemente la inmadurez en la visión no permite esa actitud sana. Se basa en creer que, al negarle la posición al mayor, se puede posesionar en su lugar. Y la mirada de Ulisas lo sabe por haber hecho otro tanto con miradas más antiguas que la suya, al creer que, al negarlas ella tomaba preponderancia. Cuán equivocada estaba aquella mirada niña, que empezaba a sacar su imagen del cascarón. Sólo con el tiempo y el calibre del argumento el joven atisbo de Ulisas evolucionó hasta comprender su fuente y si bien su crecimiento se dirigía en otro sentido, aprendió a respetar su raíz, sin pensar que al destruirla su brillo sería más fulminante. Eliminar la sabiduría antigua no da resultado. Ha probado que tiene su razón de existir y que su posición impone más cultura al estar basada en elementos más humanos, que se imponen para hacer del mundo un ámbito más ecuánime, donde se expresen las miradas con mayor tolerancia hacia la otredad. Cuando la intransigencia impone su voz o el fanatismo reina es cuando se debe actuar y extirpar el mal, como se hace con un cáncer. Y entre más agresivo sea el mal, más se debe proceder en su contra para neutralizar sus efectos. La metáfora le cae bien a la situación en el Medio Oriente y en esta guerra con Gaza, donde el ejército de Israel IDF no ataca sino se defiende, como su nombre bien lo define con su apelativo: Ejército de defensa de Israel. Si se conoce bien la historia ni siquiera en épocas pretéritas, Israel tomó la posición de ataque, sólo la de defensa y de ahí deriva su nombre. En esta última guerra librada en Gaza contra los terroristas y no contra su población civil, que sabemos que es tomada como escudo humano sin ningún tipo de consideración hacia la vida del pueblo, que sólo sirve de elemento de propaganda para utilizarla en contra de Israel.  En ninguna guerra se ha visto que el enemigo deba surtir de alimento a sus contrarios, pero Israel lo hace con un sentido humanitario que no se le reconoce, mientras sus secuestrados están en régimen de hambre y de calabozo.  Ningún organismo internacional interviene para mejorar sus condiciones de supervivencia o denunciar esta atrocidad. Sólo se habla de la hambruna de Gaza y jamás de la de los secuestrados israelíes, que no han hecho sino padecer la barbarie de los verdugos. Y nadie alza la voz para protestar sabiendo que, si los brutales terroristas devuelven a los secuestrados, Israel cesaría la guerra de inmediato.  Es el arma con que cuenta Hamás. Además de difundir fotos que no corresponden a la realidad para acentuar con la imagen de algún infante enfermo de gravedad la hambruna, como si su físico fuera debido a los estragos de la guerra. Para Hamás se vale cualquier tipo de mentira con tal de desprestigiar a Israel. Y el mundo, ingenuo o ignorante se lo cree, hasta que se desmiente con una demanda. Los terroristas conocen la importancia que Israel le atribuye a la vida de su gente, de cada uno de sus compatriotas, la prueba es que en los canjes ha mostrado que cada vida cuenta, mientras que para Hamás cada muerte respalda una publicidad nefasta, que le cae bien al mundo con su hipocresía galopante. Israel está haciendo valer su derecho a existir y no dejarse agredir como lo hicieron los terroristas de Hamás con el aval de su pueblo, aquel fatídico y memorable 7 de octubre del 2023, al tomar por sorpresa a unos jóvenes que alababan la vida en un concierto por la paz y la sana convivencia. Representa las ironías de la vida que la mirada de Ulisas pesca para llegar a conclusiones que le dejan ver lo que sucede y que el mundo con su fingimiento no quiere analizar ni atender. Se cuenta una historia de Napoleón en la conmemoración de la destrucción del Templo de Jerusalén, que todos los años se realiza bajo lo que se conoce como Tishá Be Av,  que al ver llorar a judíos, preguntó porqué lloran y se le contestó: lloramos por la destrucción del templo hace cientos de años. Napoleón con lucidez respondió: un pueblo que conmemora su historia jamás estará destinado a desaparecer. Y tal vez, sea hora que el mundo entienda la realidad de un país como Israel, que sólo desea que lo dejen vivir en paz en un  territorio tan diminuto que no debería ser el foco de visión de nadie, mientras Sudan y otros países desde hace tiempo están en modo hambruna debido a la ferocidad de sus dirigentes, pero el mundo tiene la mirada puesta hacia otro lado sin importarle la realidad de los que verdaderamente padecen hambruna, así ella no sea denunciada en los medios de comunicación ni por las conciencias que se atreven a denunciar a Israel como un estado que comete un genocidio. ¿Hasta cuándo? la hipocresía que se festeja con manifestaciones como la de los homosexuales pidiendo justicia por Gaza, cuando saben o deberían saber que en Palestina serían los primeros en pasar al paredón o al cuchillo. ¡Ironías que no se pueden calificar y menos entender! Igual que las mujeres que se tomaron una misa en París para protestar en contra de Israel, sabiendo que en Israel su voz y su voto es libre mientras que en otros lugares cercanos a ellas, se les obliga al silencio y a taparse el rostro como si fueran personas de segundo orden. ¡Y qué decir del disidente que opine diferente! Su lengua sería despellejada y su vida correría gran peligro. ¿Adónde está la verdad de todo esto detrás de banderas palestinas ondeando las atrocidades cometidas por regímenes fascistas? que honran la memoria de Hitler. ¡Vaya disfraz que se le pone a la verdad en Occidente! Y el mundo sigue denunciando a Israel como un estado genocida, país que sólo pide que se le respete su supervivencia. ¿Acaso no está en su derecho de ser una nación con la democracia que se le conoce? O la doblez del mundo se lo niega de manera olímpica y sin derecho a defenderse. La mirada de Ulisas necesita ver claramente una situación que le parece fuera de su órbita ocular. Y dice con su voz en dolor y sus ojos en quebranto que se precisa despertar de un sueño, que se hará pesadilla si no se toman las cartas necesarias en este asunto de alta gravedad para la humanidad y se mire la verdad sin máscaras que distorsionen la realidad.