Andanzas. Vivencias. Poesía

Celebración del Día Internacional de la Mujer

Hoy quiero extender un saludo a la mujer en su día. A la mujer en todos los estamentos de la sociedad en todo el mundo. Ella es fuerte y sabia. Ama y trabaja. Es refugio y alegría. Saludo a la mujer frente a su hogar, a la madre y esposa, guía y luz para sus hijos forjando su porvenir, a la mujer soltera que libra sus propias batallas y se afirma en la sociedad. Saludo a la mujer en las múltiples profesiones, porque la mujer de hoy triunfa con su saber y su energía en todos los campos. Emprendedora, valiente, generosa, la mujer da ejemplo, contribuye a un mundo mejor y marca hitos en la historia. La mujer se expresa porque tiene inteligencia para realizar cambios y adelantar la sociedad hacia un futuro mejor. Su batallar en la sociedad no ha sido en vano, aunque aún hay mucho prejuicio que desterrar. Mucha literatura, manuales de conducta y dichos que subestiman a la mujer han sido mandados a recoger. Hoy nuestras bibliotecas y librerías están llenas de libros escritos por mujeres ya sea en la literatura, las ciencias, la política, la historia, la antropología, la pedagogía, y hasta la teología. Esto refleja la tremenda actividad de las mujeres en sus carreras aún en las fuerzas armadas. La lengua se acomoda a los cambios de los tiempos. Ya hablamos de la presidenta, la abogada, la doctora, la médica, la científica, la ingeniera, la educadora, la senadora, la teóloga, la capitana y claro la artista, la escritora y la poeta. En cuanto a los derechos y la igualdad se ha avanzado, aunque lentamente. A propósito, traigo una anécdota personal en el transcurso de la historia de la mujer en Colombia.

De adolescente presencié el abrazo emocionado de dos amigas. Mi madre y su amiga, ambas educadoras, veían un nuevo amanecer.  Las oí decir:

 -Lo logramos. Por fin las mujeres hemos ganado el derecho al voto.
- Sí, somos verdaderas ciudadanas colombianas. Ya tenemos una identidad propia.
- Nuestras hijas y nietas podrán votar.
- No solo eso. Ellas mismas podrán ser elegidas.
- El sol de la justicia comienza a alumbrar.

Ese día di un paso hacia la madurez. Ese día en 1957 cambió el rumbo de la historia. Después de décadas de lucha, las mujeres celebraban su victoria. La vindicación de los derechos de la mujer se puso en marcha. Mi madre, maestra de juventudes por cuatro décadas, solía insistir, “la mujer debe educarse para bien de su familia y de la sociedad”.

En seguida, hago una reseña a un libro que se propone rescatar el devenir histórico y el quehacer existencial de algunas mujeres hispanoamericanas quienes desafiaron las reglas establecidas o las injusticias sociales que marginaban o silenciaban a la mujer. Con el título Las Desobedientes, Mujeres de Nuestra América, (Editorial Panamericana, Bogotá, 1997). Las autoras Betty Osorio, y María Mercedes Jaramillo, docentes de la Universidad de los Andes en Bogotá, demuestran cómo ha sido la participación femenina en el desarrollo social, cultural y político de “Nuestra América”. Las historias de estas mujeres lograron grabarse en la memoria colectiva. Gracias a su rebeldía, su desobediencia, crearon nuevos modelos de conducta, superaron obstáculos y abrieron nuevos espacios. Se escucharon nuevas voces que hicieron visible a la mujer en la historia oficial de sus países. Muchas de ellas sufrieron por su desacato al orden establecido. La historia ha reconocido su sacrificio. Hay ejemplos de mujeres reconocidas internacionalmente tales como La Malinche, La Gaitana, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Rigoberta Menchu, Violeta Parra, Las madres de la Plaza de Mayo.  Hay mujeres de la clase obrera que lucharon por su liberación y mejores condiciones en sus trabajos. Hay mujeres escritoras, periodistas, educadoras, y rebeldes sociales. Recomiendo la lectura de este libro para dar cabida en la memoria a estas mujeres que abrieron nuevas rutas para la mujer y crearon sociedades más equitativas. Yo utilicé esta antología en mis clases de cultura y civilización hispanoamericana con resultados muy positivos entre los estudiantes norteamericanos.

Por último, alzo mi voz para agradecer a la mujer que trabaja con sus manos en fábricas, la mujer obrera en las grandes ciudades y a la mujer que cultiva la tierra en los cafetales, platanares, arrozales. Menciono con orgullo y aprecio el trabajo de las mujeres que cultivan las flores en Colombia. Primer productor y exportador de flores en el mundo.  Hoy les digo a ustedes maravillosas mujeres colombianas, sus flores llevan belleza y alegría a los hogares. Son mensajeras de amor, amistad y buena voluntad. Engalanan los festejos en nuestras vidas. Son un tributo a Dios en los altares, y en el camposanto expresan nuestra pena al dar el postrer adiós a nuestros seres queridos. Ustedes, nobles mujeres, se encargan de quitar las espinas para que el mundo disfrute de la belleza de sus rosas. Yo las saludo. Salve, queridas hermanas, cultivadoras de belleza.