Se ha puesto como una fiera el delegado del gobierno en Madrid, el muy conspicuo sanchista Francisco Martín porque unos cuantos ultraderechistas, nostálgicos de la dictadura y de marcha por la capital, iban cantando el “Cara al sol”. Arguye que ese himno está prohibido, como exaltación del fascismo, por la ley de memoria democrática.
Pues a lo mejor es verdad. Esas leyes atrabiliarias pueden prohibir cualquier cosa, incluso una disposición determinada de las corcheas. Pero vamos, prohibir la música es ya lo último en la deriva autoritaria. Que yo recuerde, sólo Israel prohibió la música de Wagner, tras la segunda guerra mundial y el holocausto, porque les parecía que era música nazi. Del pobre don Ricardo, que murió en 1883. Claro que subsanaron pronto esa memez.
Es obvio que el “Cara al sol” es el himno de la Falange. Se compuso en 1935, a instancias de José Antonio Primo de Rivera. Tomaron una melodía de Juan Tellería, un guipuzcoano que la había compuesto para otra cosa y le añadieron una letra, de ilustres escritores falangistas, que haberlos los hubo: Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo y Rafael Sánchez Mazas, entre otros; se reunieron y en cuatro horas pergeñaron un texto cantable.
No eran malas ni la música ni la letra. En mi recorrido por las melodías del siglo XX, vinculadas a movimientos políticos (que interpreto para mi solaz familiar en mi sintetizador) hay tres que sobresalen sobre todas: “La Varsoviana”, el “Cara al sol” y “La internacional”. Representan, respectivamente, a los tres movimientos telúricos que asolaron Europa en aquellos años: el anarquismo, el fascismo y el comunismo.
La mejor es “La Varsoviana”, compuesta por un poeta polaco (Waclaw Swieciki, muerto casualmente el mismo año que Wagner, 1883) que estaba encerrado por los rusos en una cárcel de Varsovia. Rusos y polacos, en su eterna confrontación. Se dice que es un remedo de músicas populares autóctonas pero es un auténtico himno. La letra ha sido modificada por rusos, polacos y españoles, cada uno a su conveniencia. Aquí fue el famosísimo “A las barricadas, a los parapetos”, de los anarquistas, que se llevaron la mejor tajada musical.
“La internacional” es musicalmente ramplona. La compuso un francés, Pierre Degeyter, en 1888, sobre letra de un tal Pottier y desde su nacimiento ha estado vinculada a los movimientos comunistas. Baste decir que fue himno oficial de la U.R.S.S. desde 1922 a 1944. Aunque los rusos, que en esto de la música saben bastante, se deshicieron de tan plúmbea salmodia cuando Alekxander Alekxandrov, músico y militar, primer director de los Coros del Ejército Ruso, compuso en 1942 el que sería dos años más tarde nuevo himno de la U.R.S.S. Es una melodía muy bien construida, que conocemos por haberse escuchado profusamente en acontecimientos deportivos, antes de la condena al ostracismo de la Rusia de Putin. Pero fue precisamente Putin quien la restituyó, pues Boris Yeltsin, cuando cayó la U.R.S.S. la eliminó como himno, por su intensa relación con la etapa comunista. Fue poco tiempo. La melodía de Aleksander Alekxandrov era tan buena que fue restituida como himno en el año 2000. Con cambio de la letra original pero intacta la música, que nadie pudo igualar.
Así que “La internacional” quedó como genuina representación del comunismo. Se cantaba siempre puño en alto, y los “parias de la tierra”, devenidos en “famélica legión”, auguraban la universalización de la lucha de clases, hasta lograr el paraíso comunista. Un sistema político, el comunismo, que a decir de Henry Kissinger “gozó de gran prestigio en aquellos países en los que nunca se implantó”.
El ”Cara al sol” a su vez, nació vinculada a la lucha “incivil” en España. La falange, con una ideología filo fascista, se aprestaba a combatir el socialismo, el comunismo y el anarquismo; con violencia desde luego. Así que en su letra abundan los simbolismos de sacrificio, lealtad y muerte: “si te dicen que caí me fui/al sitio que tengo allí”; la camisa “que tu bordaste en rojo ayer”; los compañeros “que hacen guardia junto a los luceros”… todo son alusiones a los combates que habría que luchar, los muertos que habría que llorar y los sacrificios que habrían de padecerse.
Musicalmente es muy potente. Es difícil escucharla sin que afloren sentimientos primarios, de adhesión o de odio. Durante el franquismo acabamos hasta el último pelo de escucharla pero para mis hijas, que cuando oyen estas músicas desconocen totalmente su significado, la mejor es “La Varsoviana”, luego el “Cara al sol”, y la última, prescindible, “La Internacional”.
Así que, retomando el inicio, el “Cara al sol” está prohibido y quien lo cante incurre en delito. Porque es una canción fascista. Pero el Consejo de Europa, en su resolución de 25 de enero de 2006, equipara el comunismo con el fascismo y “condena enérgicamente los crímenes de los regímenes comunistas” equiparando el comunismo con el fascismo por sus similitudes en los crímenes contra la humanidad.
Y yo me pregunto: ¿Estoy sordo o escuché a toda la plana del PSOE cantar “La Internacional” en el congreso de Sevilla, cuando se fulminó a Lobato y se reafirmó a la cúpula hoy declarada corrupta? ¿No es el puño en alto signo de adscripción comunista, como el brazo en alto lo es de inspiración fascista? ¿No se canta la Internacional en toda manifestación sindical que se precie, ya sea de UGT, ya de CCOO? ¿No hay ministros comunistas en el gobierno de España, con carnet de partido? ¿Y secretarios de estado?
Si para el Consejo de Europa tan execrable es el fascismo como el comunismo ¿Por qué el delegado del gobierno, Francisco Martin, persigue con saña a quienes cantan el “Cara al sol”, mientras él entona, enardecido, “La Internacional”, en cada congreso al que asiste, bajo la complacida mirada de Sánchez? Puño en alto y multa en ristre. Que lo que hace tu mano izquierda no lo sepa la derecha…y a seguir engañando cretinos...