Cruce de ideas

Cada vez menos humanos

Los efectos negativos de la tecnología en el ser humano varían desde problemas cotidianos, como los referentes a la vista, la postura y las dificultades para conciliar el sueño, hasta situaciones de adicción en las que diversas facultades, como la atención, se ven mermadas. Si nos centramos en las redes sociales, nos encontramos con los ya conocidos problemas de autoestima que estas generan, simplemente por el hecho de estar siendo bombardeados con estilos de vida y cánones físicos que posiblemente nunca lograremos, llevándonos a una comparación incesante y, por lo tanto, a la frustración. Sin tener en cuenta, claro está, que la mayoría de las cosas que vemos en las redes sociales nos muestran una realidad falsa e inexistente, o como mínimo, que pueden tener una doble lectura.

Sin embargo, en esta ocasión me gustaría centrarme en la locura desatada ante la presentación de las nuevas gafas de realidad mixta de Apple, las “Apple Vision Pro”. Sin entrar en detalles técnicos, básicamente lo que nos permiten estas gafas es interactuar con la realidad virtual, y nuestra propia realidad, siendo posible, por ejemplo, echar un vistazo al correo, ver una película, jugar a algún juego, etc., a la vez que vemos lo que realmente tenemos enfrente con el único requisito de ponernos las gafas. Esta situación de inmersión perceptiva, desde mi punto de vista atañe entre otros, dos inconvenientes para el ser humano: por un lado, el más leve, sería que fomenta el aislamiento social ya bastante acentuado por la tecnología existente hasta el momento. Pensemos, por ejemplo, en un trayecto en tren, en el que la mayoría de los usuarios van escuchando música o viendo algo en sus pantallas, totalmente sumergidos en sí mismos, sin entablar diálogo alguno con sus acompañantes; ahora con el uso de estas gafas, lo más probable es que veamos a nuestros acompañantes de viaje dibujando siluetas en el aire con sus dedos o “clicando” para acceder a las aplicaciones que desean, por supuesto, sin nosotros ser conscientes de ello y pensando que algo extraño les ocurre. Ante esto, un antiguo profesor de la universidad me diría que esto ya ocurría en su época con los periódicos, que no podemos echarle la culpa solo a la tecnología.

Nostalgias aparte, el segundo inconveniente, que no deja de estar relacionado con el anterior, sería la falta de atención a las necesidades de los demás, o por decirlo de otra forma, la falta de empatía y la consecuente y muy peligrosa difusión de la responsabilidad. La difusión de la responsabilidad puede definirse como el proceso mental por el que llegamos a la conclusión de no ayudar a alguien ante una situación de emergencia, por considerar que no se tiene la responsabilidad de hacerlo; se ve incrementada ante la presencia de más individuos, es decir, si ante una situación de emergencia estamos rodeados de muchas personas, tendremos más probabilidades de pensar que otra persona ayudará en nuestro lugar. Este suceso ocurre tras haber llegado a la conclusión de que la situación es emergente y la persona involucrada necesita ayuda; imaginemos a qué extremos de difusión de la responsabilidad podemos llegar si ni siquiera nos hacemos conscientes de la situación de emergencia por no prestar atención a nuestro entorno por estar sumergidos con nuestras gafas de realidad mixta. La realidad es preocupante, y es que la tecnología, a medida que nos aporta cercanía y nos permite comunicarnos a miles de kilómetros de distancia, al mismo tiempo, nos separa los unos de los otros.

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