Unas amigas de San Sebastián nos invitan a conocer las riojanas bodegas Olarra. El impacto visual al penetrar en las entrañas del edificio, en el parque de barricas, es extraordinario. El diseño, basado en la estructura de una catedral, obra del soriano Juan Antonio Ridruejo, sobrecoge. Está todo construido en hormigón, con un estilo que me atrevo a calificar de ‘brutalismo soriano’. Fue inaugurado en 1973, en una época en que los arquitectos todavía no se habían introducido en el gran diseño de las bodegas.
El artífice de todo esto fue el empresario vasco Luis Olarra, el que fuera nombrado senador real por el Emérito y contribuyera al regreso a España de Josep Tarradellas. Fue una víctima más de las extorsiones de ETA y alcanzó gran notoriedad cuando decidió enfrentarse a los terroristas de forma abierta.
La dirección técnica está actualmente en manos de Javier Martínez de Salinas, un enólogo de la vieja escuela capaz de elaborar una impresionante gama de vinos. Desde un tempranillo blanco fermentado en barricas de roble, hasta los tintos Gran reserva al modo clásico riojano. Quizás lo más impresionante son los depósitos de hormigón incrustados en la estructura de la bodega, los cuales permiten elaboraciones de superior calidad que los depósitos de acero inoxidable. En fin, una experiencia en la que se mezcla la belleza arquitectónica, la sutileza de los vinos y el canto a la amistad.