Con toda probabilidad, habrá algún día en las fechas que se avecinan, que traspasaremos el nivel de lo razonable, en lo que a comida y bebida se refiere. Para evitarlo, el mejor remedio sería cambiar el concepto cuantitativo por cualitativo -tomar lo más selecto y menos frecuente- pero siempre hay fuerzas en nuestra contra que nos invitan a abandonar nuestra eterna lucha contra el exceso de peso, ayudadas por la corrección social hacia quienes han hecho la comida, y también, porque nos gusta lo que estamos comiendo.
Los excesos tienen consecuencias, en la mayor parte inmediatas, como indigestión, acidez y una ‘noche toledana’, en la que nos arrepentimos con verdadera contrición y propósito de la enmienda, pero que podemos resolver con bastante eficacia con medios a nuestro alcance y sin necesidad de recurrir al médico.
¿Cómo funciona el estómago?
El estómago es un órgano muy particular, ya que es capaz de producir ácido clorhídrico, en una proporción que produciría quemaduras en cualquier tejido vivo, pero que gracias a unas células especiales del estómago que segregan constantemente una capa mucosa, cumple su función de acabar con gérmenes perjudiciales del alimento y disolverlo para que pueda producirse su absorción en el intestino.
Aunque se conocía el mecanismo por el que las células del estómago producen el ácido a partir del cloro que proporciona la sal común -cloruro sódico- y el hidrógeno protónico (H+) procedente de las células basales, hasta finales del siglo XX no había manera de impedirlo. Un gran descubrimiento han sido los medicamentos que actúan inhibiendo lo que se llama la ‘bomba de protones’ (IBP) que impiden la formación de ácido clorhídrico, cuyo representante más conocido es el Omeprazol.

Medicamentos y otros remedios a administrar por nosotros mismos
Además del Omeprazol hay muchos remedios clásicos que se encuentran a disposición de todos sin necesidad de una receta: son los medicamentos publicitarios y también las tisanas y otros digestivos. El hecho de que sean de venta libre, porque tienen un amplio margen terapéutico y relativa ausencia de efectos adversos, no debe llevarnos a la falsa creencia de que son inocuos, o pueden ser tomados sin información y reflexión.
El más clásico de los antiácidos es el bicarbonato sódico. Su acción es inmediata, así como el alivio que produce, pero tiene dos inconvenientes: contiene una gran proporción de sodio -malo para la hipertensión- y produce efecto rebote, es decir que en una hora más o menos, aumenta la cantidad de ácido clorhídrico. Para evitar estos inconvenientes se diseñaron antiácidos con otras sales - aluminio, magnesio, calcio etc... - que no contienen sodio y evitan el efecto rebote, al actuar lentamente. No obstante, el bicarbonato tomado de forma muy ocasional y asociado al Omeprazol puede ser la gran solución, tras un atracón, siempre que se cuente con un estómago normalmente sano.
En personas más delicadas, y que necesitan mayores cuidados, sin llegar a patologías, están muy bien los medicamentos a base de otras sales, y cito los que acaparan el mercado como Almax, Gaviscon, Neobianacid, Sal de fruta ENO, ESOXX o Digestif Rennie, entre otros. De estos productos se venderán unas 800.000 unidades por valor de unos 9 millones de euros, en este próximo mes de diciembre, según la consultora INFONIS.
La elección de uno u otro es cosa de cada uno, basándonos en nuestras propias experiencias de sabor –por su carácter fruitivo o palatabilidad, ambas expresiones aceptadas por la RAE -, y la forma en que nos gusta tratar nuestra indigestión, incluido el precio, que en este caso está bastante alineado, en unos 10 o 12 euros.
También hay que citar determinados productos naturales que, si bien no nos quitarán la acidez, conviene tener en cuenta como digestivos, como las tisanas de menta, manzanilla, boldo o mezclas de plantas. Algunas de ellas aumentan la producción de bilis, muy necesaria para emulsionar los alimentos grasos. Es desaconsejable el té verde como digestivo, ya que, como el café, aumenta la producción de ácido, sin embargo, tomados en cualquier otro momento tienen los efectos beneficiosos que todos apreciamos.