"Ha muerto la esposa amantísima de nuestro entrañable, del amigo del alma Don Antonio Machado.
Doña Leonor Izquierdo de Machado, tan joven, tan buena, tan bella, tan digna del hombre en cuyo corazón es todo generosidad y en cuyo cerebro dominan potentes destellos de inteligencia. Ha muerto,y ¡parece mentira! ¡Pobre Leonor!"
( José María Palacio Girón. "El Porvenir Castellano", 5 de agosto de 1912)
La joven Leonor había muerto de tuberculosis el 1 de agosto y había sido enterrada en el Cementerio del Espino. Transido de dolor, Antonio abandona Soria el día 8. Busca un nuevo destino, que encuentra en el Instituto de Baeza. Llega deprimido y triste, el lugar no le gusta.
"Esta tierra es casi analfabeta. Soria es Atenas comparada con esta ciudad donde ni aún periódicos se leen. Aparte de esto, que es suficiente y aún sobrado, la gente es buena, hospitalaria, amable..."
(A. Machado. "Soria juzgada desde lejos". "El Porvenir Castellano", 5 de diciembre de 1912)
Con el paso del tiempo se va adaptando y su situación anímica mejora. El 2 de mayo de 1913 escribe a Ortega y Gasset:
"Ya empiezo a trabajar con algún provecho. Desde hace poco empiezo a reponerme de mi honda crisis que me hubiera llevado al aniquilamiento espiritual. La muerte de mi mujer me dejó desgarrado y tan abatido que toda mi obra, apenas esbozada en "Campos de Castilla" quedo truncada. Como la poesía no puede ser profesión sin degenerar en juglaría, yo empleo las infinitas horas del día en este poblachón en labores varias. He vuelto a mis lecturas filosóficas, únicas en verdad que me apasionan. Leo a Platón, a Leibnitz, a Kant, a los grandes poetas del pensamiento"
También escribe. Más apaciguado, aunque no menos triste, transforma su dolor, su nostalgia, sus recuerdos y deseos en algunos de sus mas bellos poemas, que dedica a Leonor, a Soria y a su amigo Palacio.
La llegada de la muerte al lecho de Leonor:
"Una noche de verano
- estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa -
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
- ni siquiera me miró -.
Con unos dedos muy finos
algo muy tenue rompió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos."
La desesperación por la pérdida:
"Señor, ya me arrancaste lo que más quería,
oye, otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar".
El recuerdo y el amor permanecen:
"Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde
hacia el azul de la sierra..."
"¿ No ves, Leonor, los álamos del rio
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco,
dame la mano y paseemos"
Estos poemas los compuso en 1913 y se publicaron en 1917 en sus "Poesías completas".
El mejor homenaje que podemos hacerle a Don Antonio Machado es leer y releer su obra. Para nosotros será el mejor regalo.