LA MIRADA DE ULISAS tan ausente de ustedes, mis queridos lectores, regresa con el ímpetu de quien trae una buena nueva. Pido disculpas por mi prolongada retirada del diario de Madrid, pero andaba en misión especial de viajes y asuntos personales. Me mantuvieron alejada de forma momentánea, aunque jamás definitiva de la pluma que ya le conocen a la Mirada de Ulisas, la eterna peregrina que no detiene sus vuelos. Esta vez Colombia con sus diversas ciudades y Ecuador con nuevos puertos de llegada me mantuvieron distanciada de mis textos. Estaba llenando las arcas del conocimiento y de experiencias, que en otras oportunidades tocaré con la varita mágica de la memoria.
Vuelvo con la voz cantante en la mirada y una sonrisa de oreja a oreja en el atisbo para anunciar que el compromiso de paz en el Medio Oriente me tiene feliz. Mi mirada como la de muchos habitantes del planeta están de pláceme. Hoy, por fin sentimos el final de una guerra que se hizo eterna; dos años de conflicto con dolores y pérdidas en los bandos involucrados en la guerra como suele ocurrir. Gaza casi totalmente destruida por la terquedad de sus gobernantes, en cabeza de Hamás, que no daban su brazo a torcer al rehusarse a entregar a los secuestrados, esas personas inocentes que padecieron en cautiverio durante más de 700 días en condiciones infrahumanas e indignas. Las sombras y el hambre se hicieron compañeros de sus lamentables rutas en los túneles de la muerte. La condición exigida por Israel del retorno a casa de su gente detenida para terminar con la guerra, que se inició desde aquel fatídico 7 de octubre del 2023 cuando fueron tomados por sorpresa los asistentes a la fiesta de la paz y la sana convivencia, no obtuvo eco durante estos dos largos y punzantes años. Burlas tras burlas daban a entender que Hamás no estaba dispuesto a deponer las armas ni a entregar a las personas arrancadas de su vida cotidiana. Muchos jóvenes ingenuos y personas víctimas del terror cayeron en las redes de los terroristas que hicieron con sus presas algo abominable, que en la Historia quedarán registrados como viles actos de barbarie. Recordar esa crueldad es revivir un pasado lleno de dolor y de injusticias, porque seres inocentes que pregonaban el amor entre los pueblos sucumbieron al horror más abyecto de los últimos tiempos. Un espanto que nos deja sin aliento y con grandes preguntas que se plasman en la palestra como una alerta de lo que se avecina, si no se les pone freno a los excesos que una cultura diferente a la que porta los valores de occidente propone. Una civilización discorde que se asocia con los principios que se combatieron en el Medievo, y que siguen en vigor en esos radicales extremistas que quieren aniquilar las conquistas que la mujer ha llevado a cabo, así como el combate de los homosexuales por hallar un lugar sin prejuicios ni reprensiones en la sociedad que habitan… y qué decir de los disidentes que tratan de expresar sus voces condenadas al silencio eterno por su sangre derramada. Todo este fenómeno de censuras se da con la fuerza bruta donde no se permite la menor resistencia. Israel libró una batalla por defender los valores que permiten vivir con la otredad en cierta armonía al desplegar los derechos al respeto y la tolerancia que exigen las democracias. Hay que subrayar que Israel es la única democracia de la región que ha permitido grandes adelantos para el mundo al estar al servicio de la ciencia y de la evolución.
En el 2023 surgió aquella inesperada y sorprendente confrontación que hoy parece llegar a su fin con la ayuda de un personaje como Trump. Hombre que prometió poner fin a las guerras que el mundo soporta en estos tiempos demenciales. Ya logró varios tratados de paz en otros países y ahora parece que su palabra pone fin a la discordia que vive el Medio Oriente. Le llega el turno para abrazar la paz y donde la voz de la alegría se hizo sentir esta madrugada apenas se anunció que devolverían a los secuestrados vivos y muertos a fin de dar por terminada esta prolongada e intensa guerra que puso al planeta en vilo. Aleluya es la palabra que le llega a la mirada de Ulisas. Dista mucho de aprobar las beligerancias. Le parece que en paz se vive mejor y con mayor tranquilidad desde todo punto de vista. Todavía esa mirada que viaja y transita por varias culturas y tradiciones se asombra que el hombre se invente guerras y le parezca normal matar al semejante. Para la mirada de Ulisas resulta un exabrupto que se debe erradicar con una educación que se base en el amor al prójimo y no en el odio al semejante. Es el llamado de una mirada que se regocija con esta nueva propuesta que le da luz al Oriente Medio. Se fragua la paz universal y se convoca a un mejor entendimiento entre los pueblos, desde sus diferencias. ¿Será que ya el brillo de la esperanza se avecina para dejar en abandono toda la oscuridad padecida en los últimos años? La mirada de Ulisas se colma de optimismo pensando que con la paz lograda en el Medio Oriente se abre un nuevo camino hacia el entendimiento para dejar atrás la violencia que talla y destruye. La mirada de Ulisas cruza sus dedos para que la propuesta de paz entre los pueblos se haga vigente durante los siglos por venir y los terrícolas recuperen la confianza de que en paz se puede vivir, sin necesidad de inventar acciones que dañen a la Humanidad. Y sueña que sigan lloviendo los convenios de Paz para que el mundo halle su equilibrio y el bienestar, que se le escapa a toda guerra. Ojalá pronto Ucrania y Rusia lleguen a un acuerdo para que cese toda violencia y sus niños, ancianos y mujeres puedan volver a sonreír sin el ruido de las metrallas ni de los misiles.