Incendios

Los incendios forestales ponen en jaque a la agricultura, víctima de las llamas y barrera natural contra el fuego

El campo mediterráneo sufre la pérdida de miles de hectáreas, pero expertos y autoridades resaltan su papel estratégico para frenar la propagación de incendios

Incendio en una zona de pinares y de pastos de Ávila | Foto de la UME
photo_camera Incendio en una zona de pinares y de pastos de Ávila | Foto de la UME

Los incendios forestales que han arrasado este verano el sur de Europa han puesto de manifiesto una paradoja: los terrenos agrícolas se convierten tanto en víctimas directas de las llamas como en barreras naturales capaces de frenar el avance del fuego. Esta doble condición ha reabierto el debate en la Unión Europea sobre la necesidad de reforzar el papel del campo en la prevención de catástrofes.

En España, el fuego ha destruido al menos 18.000 hectáreas de cultivos, mientras que en Portugal se han perdido más de 2.000 y en Francia una cantidad similar, incluyendo 1.000 hectáreas de viñedos. Sin embargo, en muchos pueblos los viñedos y campos agrícolas actuaron como cortafuegos naturales, protegiendo viviendas e infraestructuras. Así lo subrayó la ministra de Agricultura francesa, Annie Genevard, al defender la recuperación de una “agricultura protectora alrededor de los pueblos”.

En contraste, las zonas de bosques descuidados o matorrales se convirtieron en focos de propagación rápida de las llamas, lo que ha llevado a investigadores españoles como José Manuel Cabrero, César Martín-Gómez y Rayder Willian Leonardo Laura a insistir en que el abandono rural de las últimas décadas ha multiplicado la vulnerabilidad del territorio.

Estrategias nacionales frente al fuego

Los gobiernos del sur de Europa admiten ahora que el problema es estructural y agravado por el cambio climático. En España, el presidente Pedro Sánchez ha anunciado un pacto nacional frente a la emergencia climática, cuyas negociaciones se abrirán en septiembre.

Portugal ha optado por un programa estructural permanente, que sustituye a las ayudas puntuales y se activará de manera automática cada temporada de incendios. Grecia ha ido más lejos: desde junio obliga a las empresas con facturación superior a 500.000 euros a contratar seguros contra catástrofes naturales, cubriendo además vehículos y bienes almacenados.

En Francia, Genevard ha anunciado un fondo de emergencia de 8 millones de euros y la posibilidad de flexibilizar las normas de la Denominación de Origen para permitir que uvas afectadas por el humo sigan comercializándose, medida que busca aliviar la presión económica sobre los viticultores.

Agricultura como defensa

El consenso entre científicos y autoridades es que el campo puede ser parte de la solución. Restaurar los cultivos, mantener pastos y apostar por explotaciones activas no solo garantiza la seguridad alimentaria y la cohesión territorial, sino que también se convierte en una herramienta preventiva clave frente a los incendios forestales.

“Los incendios ya no se pueden detener, lo que está en juego es cómo nos adaptamos y cómo utilizamos la agricultura para frenar su impacto”, resumen los expertos.