España se encamina a cerrar 2025 con un gasto público descomunal: más de 800.000 millones de euros, una cifra sin precedentes en la historia democrática del país. Lo que en otros tiempos habría sido un titular de crisis hoy es una realidad asumida con cierta resignación institucional. Pero bajo la superficie de los presupuestos y las promesas sociales, late un problema de fondo: el modelo fiscal español está al borde del colapso.
El Estado más caro de nuestra historia
En 2024, el gasto público alcanzó los 722.846 millones de euros. Para 2025, el economista José Ramón Riera —quien ha analizado minuciosamente la evolución de los compromisos presupuestarios— advierte de un incremento de más de 10,9%, lo que elevaría el gasto total hasta los 801.646 millones, con escenarios que lo sitúan incluso por encima de los 850.000 millones si se suman nuevas partidas ya comprometidas.
¿Dónde está el origen del aumento? Estas son algunas de las principales cargas:
- +11.000 M€ en pensiones, por efecto demográfico y revalorización automática.
- +10.000 M€ en salarios públicos, tras nuevos acuerdos retributivos.
- +17.000 M€ por rearme europeo, al cumplir el objetivo del 2,1% del PIB en Defensa.
- +6.500 M€ en intereses de la deuda, debido al encarecimiento del coste financiero.
- +5.500 M€ para sanidad y +3.500 M€ para educación, sin reformas estructurales.
- +13.000 M€ en infraestructuras, según estimaciones de SEOPAN.
- +8.000 M€ en vivienda, sin mejoras sustanciales en accesibilidad.
A esto habría que añadir partidas extraordinarias, como las clases pasivas (+3.000 M€) y nuevas inversiones exigidas por la Unión Europea.
¿Cómo se paga todo esto?
Riera plantea la pregunta clave: “¿Cómo vamos a financiar este nivel de gasto sin quebrar?”. El desfase entre ingresos y gastos ya dejó en 2024 un déficit de 50.000 millones de euros. Incluso asumiendo que los ingresos aumenten en 40.000 millones, el déficit previsto rondaría los 90.000 millones, lo que implicaría un nuevo incremento de deuda pública en esa proporción.
Según datos del Banco de España, la deuda total ya supera los 1,66 billones de euros, lo que equivale a un 102 % del PIB. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha advertido que esta tendencia es insostenible sin reformas profundas y anticipa tensiones con los mercados si no se reduce el gasto estructural.
FMI y organismos internacionales: mensajes de alerta
El Fondo Monetario Internacional ha instado al Gobierno español a adelantar los ajustes fiscales comprometidos para la próxima década. Su objetivo: rebajar el peso de la deuda pública al 92,9 % del PIB para 2030, algo inalcanzable sin recortes significativos en gasto político y duplicidades administrativas.
El Banco de España, por su parte, ha rebajado tres décimas la previsión de crecimiento para 2025 (hasta el 2,4 %), y ha calificado el contexto económico como “extraordinariamente complejo”, dado el endurecimiento monetario en Europa, la ralentización de Alemania y el repunte de la inflación estructural.
Las reformas que nunca llegan
A pesar de las advertencias, no se ha producido ningún recorte en el gasto político, ni en las estructuras sobredimensionadas de la Administración General del Estado, ni en organismos duplicados en distintas capas del sistema autonómico.
Riera lo resume con claridad: “El problema no es solo cuánto gastamos, sino en qué lo gastamos. Si no hay voluntad política para adelgazar el Estado, no hay solución posible. Cascaremos en 2025 o en 2026. Pero esto revienta”.
A día de hoy, las medidas de contención del gasto siguen brillando por su ausencia. Las promesas de eficiencia y digitalización no se han traducido en ahorros significativos, mientras que las políticas expansivas continúan empujando hacia un endeudamiento crónico.
España gasta como nunca... y ahorra como nunca
La advertencia que recorre los despachos de los analistas es clara: España podría enfrentarse a un crack económico si no se toman medidas estructurales antes de 2026. Aunque la recaudación fiscal ha crecido gracias al empleo y la inflación, no compensa el aumento exponencial del gasto.
La ciudadanía, atrapada entre la subida de precios, la incertidumbre laboral y el encarecimiento de la vivienda, empieza a mirar con inquietud los datos macroeconómicos que antes parecían abstractos. La recomendación de Riera, por cruda que suene, resume el sentir de muchos: “Ahorren. Porque si esto estalla, nadie sabe de qué vamos a vivir”.