El Catalejo

La pasión de Camille

El próximo 19 de octubre se cumplen años de la muerte de Camille Claudel, alumna del escultor Augusto Rodin, con quien vivió una intensa relación amorosa, compartiendo una producción artística en la que ambos se potenciaron mutuamente. Esta obra conjunta, con un lenguaje apartado de cánones tradicionales, sentó las bases de la escultura moderna. Para Camille, la escultura fue una verdadera pasión y razón de su vida también signada por el sufrimiento. 

Los inicios 

La pequeña Camille, nacida en Aisne en 1864, solía meter sus manitas en el barro y modelar las figuras de todos los que tuviera alrededor, entre ellos su hermano Paul, quien más tarde sería un conocido poeta. Esas tempranas obras llamaron la atención del profesor Alfred Boucher, quien la aceptó como alumna y años más tarde la familia entera se trasladó a París para que la joven pudiera proseguir su formación como escultora en la academia Colarossi. Poco después conoció a Rodin, que, impresionado por el talento y la belleza de la joven, la admitió en su taller reconociendo en ella una total paridad con su propio nivel creativo. 

El fuego amoroso y creativo

“La puerta del infierno” es el título de la monumental obra de bronce en la que trabajan juntos, y en la que Camille realiza con gran maestría la mayor parte de las figuras que la componen. 

La pasión entre los dos artistas, iniciada al poco tiempo de conocerse. se refleja en su obra conjunta, en la que es difícil distinguir cual ha sido la mano creadora. Ese sentimiento poderoso encuentra expresión en un nuevo concepto de escultura, que ha dejado de ser una fría imitación de la naturaleza para volcarse en la expresión de sentimientos.

A pesar de la simbiosis entre ambos escultores, Camille lograba éxitos con producciones en las que Rodin no había tenido intervención, tales como “Sakountala”, que obtuvo Mención de Honor en el Salón de París de 1888.  

No obstante, era Rodin quien mantenía la fama y el reconocimiento público y Camille, pese a la calidad de su obra, era vista como su amante, su aprendiz, una mujer trasgresora que había traspasado las convenciones sociales hasta en la profesión elegida. 

La otra pasión

En 1892 Camille se instaló en un estudio propio, buscando independizarse de la sombra de Rodin. Está sumida en una honda depresión ya que su amante la ha obligado a abortar y a pesar de sus reiteradas promesas, sigue unido a su compañera con quien tiene un hijo. Camille, a pesar de encontrarse sola, angustiada, y con dificultades de trabajo, mantiene intacta su creatividad y en 1903 esculpe “El gran vals”, una de sus obras más bellas. 

En sus últimos años de actividad Camille logró reconocimiento como artista. Le son encargadas obras, incluso por parte del Estado, Su padre, Louis Prosper Claudel, era un gran apoyo para ella y su muerte significó el paso a su total desamparo y desequilibrio síquico. Su madre y hermano la internaron en un hospital siquiátrico y poco después en un manicomio, en el que a pesar de su recuperación y de sus ruegos, pasó aislada los últimos treinta años de su vida. 

Hoy su valiosa obra está expuesta en el Museo Camille Claudel en Nogent sur Seine, y en decenas de museos de todo el mundo.