Vuelvo a pasar los días del estío en Territorio Mancha, como me gusta llamar a esta inmensa llanura.
En mi casa familiar, en el Campo de Calatrava, de nuevo vuelvo a encontrarme con la genialidad del escritor Francisco Nieva.
A él rindo homenaje en esta inefable columna de prensa que hace tiempo enmarqué, porque merecía la pena: “Manchegos” (21-04-1991, en La Tercera de ABC).
Me gozo de su ingenio iluminado, cada vez que la vuelvo a leer. Por ello voy a extractar algunos fragmentos para mis queridos lectores que, tal vez, tengan pereza de andar de hemerotecas con estos calores del verano. Allá van:
“La Mancha, además de ser el país más llano de la geografía española, es también el más singular por la idiosincrasia de los manchegos. Solo viviendo muy lejos y por mucho tiempo fuera de La Mancha, se da uno cuenta de los singulares personajes que son. Es cuestión de preguntarse por qué Cervantes hace a sus personajes manchegos. Porque sus asuntos de alcabalas le llevaron a viajar mucho por allí. No, sino que se aficionó a su cerrado y personalísimo modo de ser. La Mancha es singular y es singular haber nacido allí. Tan singular y novelesco como haber nacido en Siberia. Y los que han nacido en la romántica Siberia lo pueden confirmar.
Querer salir de La Mancha es meterse en el cuchitril del mundo. No hay un exterior más hipertrófico que el de allí. Eso es salir al campo. Ese gusto de salir al campo en La Mancha lo paladean los buenos cazadores. Cazar en La Mancha es un vicio embriagante. Yo he vivido allí viejas cacerías junto a mi padre. Por la mañanita, al salir, te echan por la cabeza un cubo repleto de cielo azul. Las mañanas huelen a un augusto vacío. Los pájaros vuelan retozando como en un vals oxigenado. Frescas lejanías azules. Lejanía sin medida. Esto es salir. esto es estar fuera. ¡Fuera, fuera…! (…)
Los manchegos son muy horizontales y no tienen mucho deseo de levantar su horizontalidad. Son en extremo realistas y pesimistas. Son zamuzos y cazurros. Hasta sus buenas intenciones son cazurras. ¡Cualquiera sabe quién es éste!, se dicen frente a cualquiera, aunque sea un socio que se está convirtiendo en amigo. (…)
Otra inefable virtud de los manchegos es el secreto familiar de su casa, su necesidad de llevar una vida donde no se levanten o puedan levantarle sus trapos sucios. La hidalguía de Don Quijote es manchega, una abierta y cerrada. Los manchegos no se abren fácilmente al exterior -ellos que tienen tanto- sino que tratan de ver a través de una rendija si pueden quedar bien o mal. La cautela los paraliza un poco. Quieren seguir viviendo en paz y con el paciente trabajo de conservarla. Por eso los manchegos no son ricos ni pobres en su conjunto. En términos concretos no es la región más pobre de España, y hay indicios en estos momentos de que puede ser medio rica. La justa medida. No existe mayor ideal que ser medio rico. Un seguro de felicidad. Es un ideal digno de Cervantes. Pero es seguro que Cervantes lo descubrió allí. (…)
Los manchegos fueron desde hace siglos, una autonomía desde dentro y antes de tener una conciencia política propia de ella, que tampoco es agresiva, sino confiada y con cachaza. Me parece una pena violentar y sacudir a los manchegos, convulsionar este carácter un poco arcaico. ¿Por qué en una época marcada ya por la ecología, se les quiere pervertir al infierno de la producción alienadora y rebajante? Quién sabe si el actual estatus y comportamiento de los manchegos sea paradigma dentro de una futura sociedad ecológica.”
Hasta aquí, el ingenio iluminado de Francisco Nieva, que ha captado de maravilla el mancheguismo y el cervantismo, elevándolos a paradigmas universales.
Estoy a quince kilómetros de Almagro.
Hasta mi casa, ya “La Casa del Rumor” en literatura, llega el eco del magnífico festival de Almagro, de su teatro del Siglo de Oro y, cómo no, de Miguel de Cervantes, clásico y moderno, siempre de plena actualidad. Aireado este verano en grandes titulares por la obra nueva del escritor Antonio Muñoz Molina, “El verano de Cervantes”.
Para quien quiera saber más sobre Nieva, Jesús Martin, alcalde de Valdepeñas y escritor, nos trae sus interesantes recuerdos sobre el dramaturgo, al que conoció y trató personalmente. Se pueden leer en su capítulo de la obra colectiva y actual, “La Mancha: Territorio Literario”.
Así pues, un verano con Cervantes, un verano con la literatura, si ese fuera vuestro deseo.
La cultura es el pan de la vida.