Diáspora árabe

Mahyar latinoamericano en tránsito: Canadá y Estados Unidos. Diálogos entre identidad y adaptación

La voz literaria del Mahyar latinoamericano, en su tránsito por tierras norteamericanas, revela una compleja historia migratoria que se origina en el siglo XIX.

Durante ese período, se produjo la primera ola de emigración desde el Medio Oriente hacia América Latina, motivada por factores económicos, políticos y religiosos. Esta migración inicial dio lugar a comunidades árabes que se establecieron en países como Argentina, Colombia, Brasil, México y Chile, donde desarrollaron una identidad híbrida entre lo árabe y lo latinoamericano.

Décadas más tarde, en el contexto de conflictos armados, crisis regionales y nuevas oportunidades educativas y laborales, se generó una segunda ola migratoria protagonizada por descendientes de esa primera generación. Esta nueva diáspora se dirigió hacia América del Norte, particularmente a Estados Unidos y Canadá, dando origen a una comunidad árabe-latinoamericana transnacional.

Esta comunidad ha desempeñado un papel significativo en el desarrollo de la literatura del Mahyar, una corriente literaria producida por escritores árabes en el exilio, que se convierte en vehículo de expresión identitaria, memoria histórica y resistencia cultural. La literatura del Mahyar no solo permite reconstruir los relatos de origen, sino que también actúa como salvaguarda frente a la fragmentación o pérdida de identidad en contextos migratorios complejos.

Sin embargo, es común observar que, a partir de la segunda y tercera generaciones, se produce una atenuación del vínculo con las raíces árabes, tanto en términos culturales como identitarios. Esta tendencia se manifiesta en la obra del poeta Naín Nómez, quien no centró su producción literaria en la temática árabe, a pesar de que constituye una parte esencial de su ascendencia.

Naín Nómez es un poeta y ensayista de ascendencia libanesa, pero nació en Talca-Chile en 1946. Recibió su doctorado en la universidad de Toronto, y fue un profesor en la universidad Queen’s en Canadá.

Figura en la recopilación Doce poetas chilenos de ascendencia árabe (1993), elaborada por Matías Rafide. Asimismo, su nombre se encuentra en la antología Escritores chilenos de origen árabe (1989), publicada por el Instituto Chileno-Árabe de Cultura.

No obstante, en su producción literaria no aborda de manera explícita la temática árabe; más bien, se refiere a la experiencia del extranjero desde una perspectiva general, sin aludir directamente a su ascendencia libanesa o a elementos culturales árabes.

A continuación, se presenta un pasaje que resume la perspectiva del poeta sobre esta temática. En él se articula una reflexión profunda acerca de la condición humana en el exilio, la circularidad del tiempo y el proceso de reinvención identitaria:

(...)                                            Porque                             no                            importa en qué mundo, circunstancia o lenta rotación de la tierra nos   hallemos;   de   todas   maneras   el   horizonte a  modo  de  un  navío  sumergido  nos  devuelve, como si nos inventáramos de nuevo

En el contexto del mundo contemporáneo, los latinoamericanos de ascendencia árabe suelen considerar su país de nacimiento como el eje central de su identidad, relegando el origen parental y adoptando la nación de residencia como base para construir su sentido de pertenencia.

Rodrigo Hasbún y Nayla Chehade representan una voz literaria profundamente influida por la experiencia del desplazamiento y la condición de extranjero. Sus obras se inscriben dentro de la tradición literaria conocida como Mahyar. Su identidad híbrida les permite acceder a un diálogo intercultural profundo entre las tradiciones árabes, iberoamericanas y estadounidenses. Esta condición les otorga una perspectiva única desde la cual pueden reinterpretar sus raíces, articular nuevas formas de pertenencia y construir narrativas que trascienden las fronteras geográficas y culturales.

En sus textos, se entrelazan elementos del legado árabe con las realidades socioculturales latinoamericanas, dando lugar a una narrativa que desafía las fronteras geográficas y lingüísticas, y que reivindica la pluralidad de pertenencias.

Si bien Hasbún no se reconoce públicamente como integrante de la diáspora árabe, su apellido y el contexto familiar lo relacionan con una ascendencia árabe-palestina. Nacido en Bolivia en 1981, ha establecido su residencia en Canadá desde 2014, luego de concluir sus estudios en Estados Unidos. Colaboró en Delta de las Arenas: cuentos árabes, cuentos judíos, con un cuento titulado En el club donde se sugiere la función del escritor como mediador simbólico de la memoria migrante, al asumir el papel de portavoz de las herencias árabes que se entrelazan con la historia latinoamericana.

Esto se hace patente en el texto a través de la figura del Tío Julio, un inmigrante que conoce profundamente los sacrificios implicados en la travesía migratoria.

(...) Tío Julio vuelve a abrazarlo fuerte. Repite que está orgulloso de él, que cada vez que encuentra su nombre en el periódico le dan ganas de llorar. Serás nuestra voz, dice, acentuando su retórica excesiva. Algún día te voy a contar cómo llegaron mis padres, lo sacrificada que fue la travesía. Pasa por lo tienda cuando quieras, dice, la borrachera le impide mayor claridad, te voy a mostrar fotos (...)

Aunque Rodrigo Hasbún vive actualmente en Toronto, Canadá, su escritura se nutre de las raíces. Cuando se habla de “origen” en la narrativa, no se alude únicamente al país de nacimiento, sino también al territorio simbólico de los padres, a esa herencia cultural que trasciende fronteras y se filtra en la voz del autor.

Igualmente, la literatura de Nayla Chehade se erige como una herramienta fundamental para conservar las raíces culturales y afirmar la identidad árabe en su generación.

Chehade es una escritora colombiana de origen árabe establecida en Estados Unidos, participa en la antología Delta de las arenas: cuentos árabes, cuentos judíos con su relato Irma en el espejo. Aunque el cuento no tematiza directamente lo árabe, su enfoque en la memoria femenina lo vuelve compatible con una lectura mahyar contemporánea. Esto confirma que el Mahyar, hoy, puede entenderse como una tradición en expansión, más allá de sus orígenes históricos. En el cuento Irma en el espejo, los nombres no son meras etiquetas: revelan el lugar que cada personaje ocupa en el universo íntimo de Irma. Ella misma parece estar moldeada por el significado profundo de su nombre.

La protagonista, Irma, se sumerge en sus raíces para reconstruir su identidad. Su abuelo Orígenes simboliza el legado cultural y la historia familiar. Elías refleja la reserva emocional y el peso de la tradición, y Adela encarna la dimensión afectiva de la herencia recibida. La presencia de estos personajes en la obra de Nayla Chehade subraya el papel de la literatura como vehículo para la preservación de la memoria y la reconstrucción identitaria.

Estados Unidos y Canadá ofrecen un espacio propicio para la reflexión sobre el cambio y el sentido de pertenencia. La literatura árabe en América no busca resolver la cuestión identitaria, sino que se sumerge en sus grietas y reconfigura la tradición del Mahyar, adaptándola a los entornos latinoamericanos y norteamericanos. De esta fusión emerge una literatura escrita en un cruce lingüístico, cultural y emocional, que reivindica la memoria como un verdadero territorio de sentido.