Carmen Nozal
Nació en España, 1964, es Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM y egresada de la SOGEM. En 2022 recibió la investidura de grado de Doctora Honoris Causa. Autora de veinte libros de poesía, teatro, cine y relato autobiográfico. En 2021 publicó De la confesión nocturna, finalista del Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo 2020 en España. En ese mismo año, recibió la presea del Pakal de Oro por su trayectoria literaria y publicó Poesía reunida 1991-2021. En 2022 se publicó A veces en la vida en Rafaelli Editore, traducido al italiano por Emilio Coco. En 2023 fue galardonada con el Premio de
las Letras de Asturias y publicó las antologías Sobre la tierra, en New York Poetry Press y Samsara en el Fondo Editorial del Estado de México. En 2024 publicó En esta honda oscuridad, Premio Naji Naamán, Líbano. Dirige el Encuentro de Poetas Iberoamericanos con sede en la CDMX.
¿Cómo describirías tu espíritu creador?
Mi espíritu creador domina mi vida cotidiana. Es una energía que abarca todo lo que hago. A veces, me arrastra y otras, me mece. Tiene ímpetu, me absorbe y me divierte. Me enseña una realidad poliédrica. A través de él puedo escuchar con más amplitud y profundidad. De alguna forma es un ser viviente que me habita y me saca a pasear y me muestra lo bello en medio de la miseria humana.
¿Qué mensaje esperas transmitir a través de tu poesía?
Me gusta pensar que escribo en una ventana para que otros la puedan abrir y me cuenten lo que vieron.
¿De qué manera tu entorno urbano se refleja en tus obras?
Soy de Gijón, una ciudad marítima del Principado de Asturias. A los 21 años me fui a vivir a la Ciudad de México. Cuando conocí la avenida Insurgentes pensé que era infinita. Fue tal el impacto ante las grandes dimensiones de la Ciudad de México que escribí un poemario titulado “Visiones de piedra” que habla de esa contemplación ante el incesante ir y venir que acontece en la capital de México.
¿Qué te inspira de la vida cotidiana en tu ciudad?
Definitivamente los colores, los bordados, la variedad de culturas, la polifonía que vuelven extraordinario lo cotidiano.
¿Tienes alguna rutina o ritual específico que sigues cuando te sientas a escribir?
Depende. No es lo mismo escribir un poema que un libro de poemas. Cuando escribo poemas sueltos lo hago con bolígrafo en papeles diversos: servilletas, clínex, hojas, cartones, y, muchas veces, en la tercera de forros del libro que esté leyendo en ese momento. No importa si es de día o de noche. Si hay ruido o no. Si estoy en un recinto abierto o cerrado. Sola o acompañada. Incluso, me he despertado en la madrugada para escribir algunos poemas que provenían de un espacio onírico, por lo que acostumbro tener cerca de mi cama una libreta, una pluma y una lámpara.
Cuando escribo un libro necesito estar sola. Escribir en mi compu de escritorio que está en mi estudio. Necesito aislarme. Desconectarme del celular y del mail. De la familia y de los amigos. A veces, uso música pero mayoritariamente necesito silencio. Por lo general, investigo sobre el tema que estoy abordando, no antes, pero sí durante el proceso de creación. Tengo poca tolerancia si me interrumpen por lo que me puedo poner de malas con mucha facilidad. Por eso, necesito cerrar invariablemente la puerta y evitar cualquier tipo de distracción.
Durante muchos años, necesité sustancias diversas para poder escribir. Jamás creí que fuera a poder hacer un verso sin tener en la mano un cigarro y en la mesa una taza de café. Hasta la fecha celebro haber sacado todo eso de mi vida porque entre lo que escribo y yo ahora sólo está mi respiración.
¿Hay algún poeta o poema en particular que te haya marcado profundamente y cómo?
Hay muchos poetas y muchos poemas que me han marcado. Generalmente, cito a los poetas muertos. Hoy haré algo distinto. Voy a citar a poetas vivos. De los iberoamericanos tengo cinco favoritos: el español, Antonio Gamoneda; el costarricense, Alfonso Chase; la chilena, Elvira Hernández; el colombiano, Juan Manuel Roca; y la cubana, Lina de Feria. De la poesía de estos autores, me he alimentado desde hace años. De Gamoneda llevo conmigo el poema titulado Amor Mi manera de amarte es sencilla: / te aprieto a mí / como si hubiera un poco de justicia en mi corazón / y yo te la pudiese dar con el cuerpo. / Cuando revuelvo tus cabellos / algo hermoso se forma entre mis manos. / Y casi no sé más. Yo sólo aspiro / a estar contigo en paz y a estar en paz / con un deber desconocido / que a veces pesa también en mi corazón. De Elvira La bandera de Chile, pero por cuestiones de espacio citaré uno breve: No todo lo que vuela / es pájaro. A veces lo que piensas / alcanza una pequeña altura. De Chase, Elegía: Cuando dos que se han amado se separan -para siempre- algo se quiebra en el orden interno de la noche. Una mano llama al guante ya perdido y un hálito se posa tibiamente en la heredad del árbol. Cuando dos se dicen adiós ante el espejo -sin tocarse- apoyando los dedos en las sombras la forma detiene el tiempo, y en el agua la luz adquiere imagen de ventana. Puede ser que esa luz en forma deslumbrante se haga ancha como el mundo y un pájaro multicolor caiga desplomado, herido por la sed que media en el instante de esos dos que alguna vez se amaron para siempre. Cuando dos que se aman todavía-se separan -algo los cubre suavemente y un lenguaje tácito se nace en el sitio en que esos dos dejaron la recíproca tortura de olvidarse. Algo envejece para siempre sobre el aire. Posiblemente se suicide un ángel de tristeza al mirar cuando esos dos desaparecen -separados por pasos y por besos- inventando historias y cantando, mojados y oscuros de una lluvia que refleja el rumor de sus palabras. Cuando dos que se amaron se separan, el verano sube sobre las alas de la noche y una hoja, sobre el azul del cielo, abre los ojos y oculta su estupor con un conjuro. Cuando dos que se aman se separan -sin rencores o espadas-un fantasma encantado cobra vida y se inclina a recoger a esos dos labios, desnudos para siempre de lenguajes. De Roca, todos, pero citaré uno: Poema con ladrones I La noche da cobijo a los pasos del ladrón que tiene liviandad de funámbulo en los muros. II Palpita el puñal, la ganzúa, la flor de los cerrojos en la oscuridad de costales y pretinas. III Hay ladrones que han adiestrado su sombra, su dócil sombra que evita entrar por las ventanas y que espera en la esquina de la noche la llegada agitada de su dueño. IV Luego del pillaje, los ladrones portan en sus manos un ramo de flor de adrenalina. V Hay quienes han visto su casa destechada en la noche que tiene olor de ladrones en las tapias. Sobre sus camas, el cielo azul, desnudo. VI Pero ningún ladrón es más hábil que el olvido. Y de Lina: Tránsito de la estrella: pero el correr es amplio / a la avenida de la extraña cuestión. / se abre el silencio de los potros / y en la enguantada estrella que transita / se desgaja la luz del aire mortecino. / ¿a quién dibujarás en la segunda lucha? / tienen maneras que sí son las nuestras / y acaparas las noches abortadas / ven a mi asiento colonial / para encender las noches más oscuras / compartiendo el pan con los hermanos. / la vela irá royendo lo negro en las paredes / y la ventanilla se saldrá por las ventanas. / del ajedrez caerán sus piezas por la vida / y el muchachito peleará por su cabello lacio. / hondo es el tedio /
si no llega el mar a salvarnos.