Recensión

Alfonso IX, el rey ciudadano

Alfondo IX, el rey ciudadano
photo_camera Alfondo IX, el rey ciudadano; José María Fernández Chimeno - editorial Eolas

Ciertamente la historia unos pocos la hacen y muchos la padecen, señala Albert Camus; mas, con relativa frecuencia, algunos de los potentiores o protagonistas señeros de la misma han procurado que los “muchos” de los pacientes también participen en la hechura de la biografía colectiva, la historia. De este carácter de confección de una biografía común, la historia leonesa, durante su existencia como Reino privativo durante más de cinco siglos, nos brinda numerosos datos y sucesos; a modo de ejemplo: asambleas y concejos, curias y cortes que se explicitan en la recepción de numerosas ordenanzas concejiles, fueros y decretas; igualmente en la actitud de algunos de sus reyes y reinas; en este caso,  es singular la convocatoria a Cortes del joven rey Alfonso IX de León de las primeras Cortes parlamentarias de la historia -así lo reconoce la UNESCO en 2013 al declarar las leyes emanadas de las mismas o decreta como documentación integrada en el programa “Memoria del mundo” y a León, “cuna del parlamentarismo”- dado que es la primera vez que participan representantes del pueblo.

El Reino de León arranca en el año 718 y deja de ser privativo al unirse -solo en la corona y cetro de Fernando III, ya que se mantienen instituciones y singularidades- en 1230 con Castilla. Estas y otras singularidades son únicas en el espacio y tiempo del feudalismo europeo. El Reino de León, desde la distancia y en contexto, ha legado ejemplos de evidente singularidad y ejemplarizantes para el moderno modelo político: la democracia. Durante los cinco siglos de existencia por las tierras de este Reino han ocurrido sucesos, unas veces cargados de leyenda y otras de realidad, que lo significan y distinguen; así, podemos afirmar que este espacio del Noroeste ibérico bien puede mostrarse como fuente de inspiración creativa que ya ha dado paso a numerosas aportaciones literarias u otras, mas permanece y se ofrenda, aún,  como campo amplio y propicio para más.

En este orden, Alfonso IX, el rey ciudadano de José Mª Fernández Chimeno es un claro ejemplo. El autor astorgano haciendo uso del género dramático nos brinda dos piezas teatrales representables y cargadas de contenido histórico contextualmente creíble: Un reino en primavera y El invierno del león. La pieza primera acontece en 1188, momento de acceso al trono de Alfonso IX y la segunda se centra en la sucesión pactada con su exesposa Berenguela de Castilla a favor del hijo de ambos, Fernando (El Santo) que unifica bajo su trono a los dos reinos que se mantienen independientes. En ambas obras discurren avatares y posiciones que hábilmente recoge el autor tras la pertinente y ajustada investigación histórica.

En jornadas que discurren en León, urbs caput regni a la sazón, ciudad en las que el rey leonés celebró Cortes parlamentarias (Un reino en primavera), y en Toro (El invierno del león), se dirimen disputas entre magnates, eclesiásticos y nobles, mas también, en la primera obra, aparece el pueblo como protagonista demandando participación en las tareas del poder.

No es fácil concentrar y contextualizar la abundante temática que encierran las dos piezas y además posibilitarlas para su escenificación. José Mª Fernández Chimeno lo logra mediante un lenguaje adecuado y ágil, respetuoso con el mensaje que pretende a fin de que el lector o el espectador se sitúe en un espacio y tiempo creíbles; además, para que se encuentre con el dictum horaciano: delectere et prodesse, “enseñar deleitando”; pues era la exigencia que el clásico demandaba para el logro de un buen texto. El autor lo logra. Nos muestra los contenidos y las riquezas históricos, tan abundantes en el espacio leonés, y a la vez nos deleita. Esta tarea y motivo, referidos al mismo espacio y en diversos momentos, ya la emprendieron numerosos creadores hispanos, buen ejemplo de que sobre la historia y tierra leonesas penden contenidos, con frecuencia ocultados o tergiversados, que necesitan aflorarse y, a la vez, atender el mandato: historia magistra vitae.

El autor, en este caso, cumple generosamente.