La política española
está de capa caída
porque entre Begoña y Pedro
se reparten la partida.
Juegan juntos al ping pong
mientras los ministros miran
sin atreverse siquiera
a decir: la boca es mía.
Y el Presidente se ofende
pues su esposa tiene cita
con un magistrado que
debe administrar justicia,
porque en el Reino de España
de momento se administra
en el Poder Judicial,
que a todos nos garantiza
esa igualdad anhelada
que es verdad y que es mentira.
Si el poeta Campoamor
hablara ¿Qué nos diría?
Fue el autor de aquella fábula,
donde un pobre la pedía
cuando el tío Blas narraba
y otro pobre que le oía.
Protestó. Rompió el silencio
porque tampoco creía
en esa justicia hueca
que los políticos criban
cuando por sus intereses
perdonan y justifican
a políticos corruptos
por si acaso les salpica.
Pedro Sánchez ya escribió
una segunda misiva
porque quiere que en España
todo se haga como él diga.
Mientras tanto, Puigdemont
ya tiene Ley de Amnistía.
Se la regaló el Gobierno
pero no se tranquiliza…
Sigue dando la matraca
porque no soporta que Illa
sea el nuevo “president”…
de la Cataluña que iza
un festín de independencias
que le traen de coronilla.
Pero Puigdemont ya sabe
que su relato es mentira.
Sabe que es un español
de los pies a la barriga,
porque en la cabeza tiene
papagallos, golondrinas
y otros pájaros también
que entre su flequillo anidan.
Fue un forajido cobarde,
un catalán de mentira.
Saltó el primero del barco
porque creyó que se hundía.
Moraleja
Puigdemont es español
Es tortilla de patata
Es butifarra barata
…pero cree que un león.