Utilizadas correctamente las vitaminas son necesarias para el funcionamiento celular. Pero ¿Sabemos convertirlas en cómplices y “amigas”, o por el contrario creamos una cierta enemistad entre ellas y nuestro organismo? Para entenderlo hablamos con la influencer Laura Salud, farmacéutica, nutricionista y Ceo de Salmo Labs.
¿Qué son las vitaminas?
Algo así como el combustible que los seres vivos necesitamos para funcionar correctamente, para sentirnos mejor e incluso para estar más guapos. Y como nosotros no las podemos fabricar, obligatoriamente debemos obtenerlas a partir de los alimentos que utilizamos, de la dieta que seguimos, mediante la toma de suplementos multivitamínicos, o sencillamente con la ingesta de aquellas en las que somos deficitarios, pero siempre sin excesos y teniendo muy en cuenta cuales son.
Comenzando por una muy popular la vitamina E ¿Cuál es la forma correcta de tomarla y por qué es importante hacer descansos en su ingesta?
La vitamina E es un potente antioxidante clave para mantener la piel joven, reforzar el sistema inmunológico y proteger las células del envejecimiento prematuro. Sin embargo, tomarla de forma ininterrumpida puede ser contraproducente. Al ser una vitamina liposoluble, el cuerpo la almacena, y su exceso podría aumentar el riesgo de trastornos cardiovasculares o interferir con la coagulación sanguínea. Lo ideal es tomarla en ciclos, dejando descansos, y priorizar fuentes naturales como frutos secos, aguacate y aceite de oliva para un efecto equilibrado y seguro.
¿Y las vitaminas A y C?
La vitamina A es clave para la piel, la visión y la inmunidad, pero al ser liposoluble, se acumula en el cuerpo y un exceso puede causar toxicidad, dañando el hígado o la piel. Por eso, es clave consumirla en dosis adecuadas y hacer descansos si se toma en suplementos.
Por otro lado, la vitamina C es hidrosoluble, lo que significa que el cuerpo elimina el exceso por la orina. Pero eso no significa que puedas tomarla sin medida: altas dosis pueden irritar el estómago o causar cálculos renales en personas predispuestas. La mejor forma de obtenerla es a través de frutas y verduras frescas, asegurando un aporte natural y equilibrado.
En los complejos vitamínicos convencionales ¿Están contenidas todas ellas en las proporciones adecuadas?
No siempre. Los complejos vitamínicos convencionales pueden contener dosis demasiado altas o bajas de ciertas vitaminas.
Por ejemplo, algunos suplementos incluyen vitamina A en forma de retinol, que en exceso puede acumularse y generar toxicidad hepática, mientras que otros usan betacarotenos, una opción más segura. La vitamina E a menudo se encuentra en dosis elevadas que, si se toman sin control, pueden aumentar el riesgo de efectos adversos. En cuanto a la vitamina C, algunos complejos incluyen dosis muy altas que el cuerpo no aprovecha del todo y simplemente elimina.
¿Cuáles son los tres antioxidantes que retrasan el envejecimiento? ¿Porqué?
Vitamina C: el escudo antiedad
Es un potente antioxidante que protege la piel del daño solar, estimula la producción de colágeno y combate los radicales libres responsables del envejecimiento prematuro. Además, ayuda a reducir manchas y aporta luminosidad a la piel.
Vitamina E: la barrera protectora
Actúa como un escudo para las membranas celulares, previniendo el daño oxidativo y manteniendo la piel hidratada y elástica. Su acción combinada con la vitamina C potencia sus efectos antienvejecimiento.
Coenzima Q10: la chispa de la juventud
Es esencial para la producción de energía en las células y protege contra el estrés oxidativo, retrasando la aparición de arrugas y la pérdida de firmeza. Con la edad, sus niveles disminuyen, por lo que obtenerla a través de la alimentación (pescado azul, carne magra, nueces) o suplementos puede ayudar a mantener la piel joven por más tiempo.
¿Cómo tomar el magnesio y cuáles son sus beneficios?
El magnesio es el mineral del bienestar: ayuda a reducir el estrés, mejora el sueño, combate el cansancio y mantiene fuertes los huesos y músculos. Sin embargo, muchas personas no alcanzan la cantidad diaria recomendada, lo que puede traducirse en fatiga, calambres o incluso ansiedad. Para aprovecharlo al máximo, elige formas de alta absorción como el bisglicinato o el malato y tómalo por la noche si buscas mejorar el descanso o por la mañana si lo necesitas para energía y rendimiento.
Las vitaminas contenidas en los alimentos ¿son suficientes para el organismo?
Depende. En un mundo ideal, una alimentación equilibrada y variada cubriría todas nuestras necesidades de vitaminas y minerales. Pero la realidad es que muchos factores como el estrés, el envejecimiento, la contaminación o incluso la calidad de los alimentos que consumimos pueden afectar la absorción y aprovechamiento de estos nutrientes. Además, hay momentos en la vida donde las necesidades aumentan: embarazo, deporte intenso, cambios hormonales o incluso el ritmo de vida acelerado.
¿Hay que aumentar la ingesta vitamínica a medida que se cumplen años?
Sí, a medida que envejecemos, nuestro cuerpo cambia y también sus necesidades nutricionales. La absorción de algunas vitaminas y minerales se reduce con la edad, el metabolismo se ralentiza y factores como la menor exposición al sol, cambios hormonales o el desgaste celular aumentan el riesgo de deficiencias.
Vitaminas y antioxidantes ¿interfieren con muchos medicamentos? ¿Por ejemplo?
Sí, algunas vitaminas y antioxidantes pueden interferir con ciertos medicamentos, afectando su eficacia o incluso provocando efectos secundarios no deseados. Por eso, es fundamental tener cuidado al combinar suplementos con medicación. Por ejemplo:
Vitamina K1: Suplementos de vitamina K1 pueden interferir con los anticoagulantes, como la warfarina, alterando su efecto y aumentando el riesgo de coágulos. Es crucial mantener un control sobre el consumo de alimentos ricos en vitamina K1, como las verduras de hoja verde.
Vitamina E: En dosis altas, la vitamina E puede interferir con medicamentos anticoagulantes, aumentando el riesgo de hemorragias. También puede reducir la eficacia de ciertos tratamientos contra el cáncer, como la quimioterapia.
Vitamina B6: En grandes cantidades, la vitamina B6 puede interferir con medicamentos para la enfermedad de Parkinson (como la levodopa), disminuyendo su eficacia.