El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha comenzado a comunicar los primeros relevos en la Ejecutiva Federal del partido, en una operación de renovación que tendrá su punto culminante este sábado 5 de julio, con la celebración del Comité Federal. La reorganización de la cúpula socialista se produce tras la imputación y encarcelamiento de Santos Cerdán, exsecretario de Organización, por su presunta implicación en una trama de corrupción vinculada a adjudicaciones públicas.
Según fuentes socialistas, Sánchez ya ha transmitido a varios miembros de la dirección que no continuarán en sus cargos, con el objetivo de reorganizar el núcleo de poder del partido tras el daño reputacional provocado por el caso. Al menos nueve dirigentes estarían afectados por la remodelación, incluidos nombres muy próximos al propio Cerdán.
Uno de los primeros en ser descartado es Juanfran Serrano, adjunto a la Secretaría de Organización y considerado mano derecha del ex número tres socialista. Serrano fue fotografiado junto a Cerdán leyendo el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en el Congreso, poco después de que se hiciera público. Otro de los salientes previsibles es Javier Alfonso Cendón, actual secretario de Ciencia e Innovación del PSOE y secretario provincial en León, también vinculado al entorno más estrecho de Cerdán.
Montero lidera las comunicaciones, sin "caza de brujas"
La vicesecretaria general del PSOE y vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, es quien está trasladando personalmente las decisiones a los miembros afectados. Las llamadas individuales han comenzado en las últimas horas y se extenderán hasta la celebración del Comité Federal, donde se formalizarán los relevos.
Desde Ferraz insisten en que no se busca una “caza de brujas”, y que la reestructuración irá más allá del entorno de Cerdán. La intención de Sánchez es aprovechar esta crisis para aplicar criterios estatutarios que limitan la acumulación de cargos orgánicos e institucionales en la Ejecutiva, al tiempo que se impulsa una dirección más cohesionada y adaptada al nuevo ciclo político.
Crisis política por la corrupción y desgaste orgánico
La decisión de Sánchez llega en un contexto extremadamente delicado para el PSOE. Santos Cerdán se encuentra en prisión preventiva en Soto del Real desde el pasado lunes, tras ser enviado por el magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente, quien apreció riesgo de destrucción de pruebas en una presunta trama de mordidas que también salpica al exministro José Luis Ábalos y a su asesor, Koldo García.
La UCO atribuye a Cerdán un papel central en el supuesto entramado de comisiones ilegales, que habría operado desde su etapa como líder del PSOE de Navarra y se habría extendido a adjudicaciones gestionadas desde el Ministerio de Transportes durante la pandemia.
El escándalo ha deteriorado gravemente la imagen de la dirección socialista. De hecho, tanto Cerdán como Ábalos fueron los únicos responsables de Organización nombrados por Pedro Sánchez desde su llegada a la Secretaría General del partido. Ahora, ambos están procesados por corrupción, lo que ha obligado al presidente a reaccionar con firmeza.
Una transición controlada desde Sevilla
Sánchez ha dirigido esta remodelación desde Sevilla, donde ha presidido esta semana la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU. Allí se reunió con Montero para ultimar los detalles de la reorganización interna, antes de pronunciar el discurso de clausura del evento internacional.
Tras la renuncia forzada de Cerdán a todos sus cargos y a su acta de diputado, Sánchez designó a cuatro responsables interinos para el área de Organización, que se mantendrán hasta la decisión oficial del Comité Federal del sábado. Se espera que ese día se nombre un nuevo titular para una de las carteras más sensibles del aparato del partido.
Un PSOE tocado que busca cerrar heridas
La dirección socialista afronta una de las mayores crisis internas desde la llegada de Sánchez al poder, con la necesidad de blindarse ante nuevos escándalos y restaurar la confianza tanto dentro como fuera del partido. La estrategia del líder del Ejecutivo pasa por reforzar los controles internos, limitar la acumulación de poder en figuras concretas y garantizar que la nueva dirección mantenga cohesión y transparencia en el ejercicio político.
El sábado, el PSOE intentará pasar página y mostrar una imagen de unidad y renovación. Pero lo hará bajo la sombra de un doble golpe histórico: dos secretarios de Organización consecutivos procesados por corrupción en menos de cinco años. Un escenario que amenaza con dejar cicatrices profundas en el presente y futuro del socialismo español.