El caso Leire Díez vuelve a sacudir al PSOE y a poner bajo el foco la relación entre política y justicia en España. Este martes, en el Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid, se escuchó una grabación clave en la que la exmilitante socialista Leire Díez se presenta como “la persona que ha puesto el PSOE a ver qué había detrás de todo esto”, en referencia a una supuesta operación de “limpieza” en la judicatura y las Fuerzas de Seguridad.
La cinta, en la que también intervienen otras personas —entre ellas el empresario Javier Pérez Dolset, cercano a Díez—, forma parte de la investigación judicial en curso por cohecho y tráfico de influencias. En ella, Díez afirma que actuaba bajo el paraguas del partido y asegura haber sido “la mano derecha” del entonces secretario de Organización, Santos Cerdán.
“Esto es estrictamente confidencial. Es una reunión que se queda aquí. Pero digamos que yo soy la persona que ha puesto el PSOE a ver qué había detrás de todo esto”, dice con claridad en la grabación.
El asombro del fiscal Stampa
La conversación se produjo durante una reunión mantenida en mayo con el fiscal Ignacio Stampa, quien, según fuentes judiciales, quedó “perplejo” cuando los interlocutores insinuaron que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estaba detrás de la operación.
Según se recoge en el audio, uno de los presentes, presuntamente Dolset, afirma que una acción de ese calibre “solo podría venir de La Moncloa”.
“Esto es tan gordo que solo el presidente del Gobierno podría ordenarlo. Y no solo ordenarlo, sino dar un puñetazo en la mesa y decir ‘aquí todos contra la pared, esto se ha acabado’”, sostiene el empresario, a lo que Díez añade que lo que se busca es “limpieza”.
Ante tal afirmación, el fiscal Stampa pregunta directamente si lo que le están sugiriendo implica al presidente Sánchez, mostrando su sorpresa. Según el acta judicial, el fiscal consideró que “todo apuntaba a los fontaneros del partido, no del Gobierno”, y llegó a preguntarse si Santos Cerdán estaba detrás de la maniobra.
Una red de irregularidades y presuntas influencias
Durante la reunión, Leire Díez explica que comenzó a recibir documentación de Dolset y a detectar “irregularidades en informes policiales y en actuaciones de miembros de la Fiscalía Anticorrupción”.
“Veía cosas que no me cuadraban, irregularidades en gestiones e informes, y yo no transmití todo lo que sabía porque me llamaba poderosamente la atención”, afirmó la exmilitante socialista.
Estas palabras, según la investigación, evidencian que Díez habría intentado mediar o influir en procesos judiciales, utilizando su supuesto vínculo con el PSOE como aval.
Un caso que se complica
El llamado “caso Leire” se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para el Gobierno. La causa, que investiga delitos de cohecho y tráfico de influencias, ya ha incorporado testimonios de periodistas y del abogado Jacobo Teijelo, y apunta a una posible red de contactos políticos y empresariales que operaban en los márgenes del poder socialista.
La Fiscalía, por su parte, ha confirmado la autenticidad del audio y subraya que las afirmaciones de Díez no se corresponden con ninguna instrucción oficial ni orgánica del PSOE o del Gobierno, aunque el daño reputacional ya está hecho.
Silencio en Moncloa y cautela en el PSOE
Fuentes del Ejecutivo evitan pronunciarse sobre la grabación y se limitan a recordar que Díez “no forma parte del partido desde hace años”. Sin embargo, el hecho de que ella misma se identificara como enviada directa del PSOE y cercana a la cúpula de organización ha generado inquietud interna y un visible malestar político.
Desde la oposición, el Partido Popular ha exigido explicaciones inmediatas al presidente Sánchez, calificando la revelación de “una muestra más del deterioro institucional y de la politización de la justicia”.
Mientras tanto, el caso continúa su curso judicial y podría derivar en nuevas citaciones y pruebas periciales en las próximas semanas, según confirman fuentes del juzgado.
Una “fontanera” incómoda para el PSOE
Con esta grabación, Leire Díez se consolida como una figura incómoda para el socialismo. Ella misma se definió como “una fontanera del partido” y reconoció haber tenido acceso a documentación sensible.
El caso, que nació como una investigación aislada por presunto soborno y tráfico de influencias, ha derivado en un asunto de gran calado político, con ramificaciones que alcanzan a la Moncloa y amenazan con reabrir el debate sobre la independencia del poder judicial y la opacidad de las estructuras partidistas.
El eco de su frase —“soy la persona que ha puesto el PSOE a ver qué había detrás de todo esto”— resuena hoy con fuerza en un momento especialmente delicado para un Gobierno que enfrenta, simultáneamente, acusaciones de corrupción, tensiones internas y una creciente desconfianza institucional.