El aumento sostenido del gasto en defensa abre una ventana histórica para la industria española, pero también plantea riesgos si no se gestiona con visión estratégica. Así lo recoge el documento “Diálogo entre la industria y la geopolítica” elaborado por PROA Comunicación, que sitúa a España ante una disyuntiva clave: convertirse en actor tecnológico de primer nivel o quedar relegada a un papel secundario de ensamblaje sin soberanía industrial.
En 2025, España destinará más de 32.000 millones de euros, el 2 % del PIB, al ámbito de la defensa y la seguridad, una cifra que podría escalar incluso al 3 % en los próximos años, superando los 50.000 millones de euros anuales.
El informe advierte de que este esfuerzo presupuestario debe traducirse en mayor desarrollo tecnológico, autonomía estratégica, empleo de calidad y liderazgo industrial, y no quedarse en un simple aumento coyuntural del gasto.
Una oportunidad histórica condicionada por la geopolítica
El análisis subraya que la geopolítica ha pasado a ser un factor determinante para las decisiones empresariales y de inversión. Restricciones a la exportación, dependencia de terceros países para materias primas críticas o semiconductores y la ruptura de colaboraciones internacionales son ya parte del día a día de la industria europea.
En este contexto, España se beneficia de su pertenencia a la OTAN y a la Unión Europea, pero también debe decidir hasta qué punto prioriza la autonomía estratégica europea frente a intereses nacionales. El documento es claro: “en defensa, hoy no se puede hacer nada solo”.
El triángulo virtuoso: Gobierno, Fuerzas Armadas e industria
Uno de los ejes del informe es la necesidad de un diálogo estructurado y permanente entre el Ministerio de Defensa, las Fuerzas Armadas y las empresas. Este “triángulo virtuoso” permitiría planificar a largo plazo, evitar programas inconexos y asegurar que la industria produce sistemas realmente útiles para las necesidades operativas.
PROA alerta de que sin esta coordinación se corre el riesgo de repetir errores históricos: ejércitos desequilibrados, proyectos que no se materializan y oportunidades perdidas pese a contar con recursos inéditos.
Talento y tecnología como ventaja competitiva
España parte de una posición favorable. El informe destaca que la industria nacional cuenta con talento altamente cualificado, costes laborales competitivos y capacidad tecnológica para “hacer más con menos”, lo que permite desarrollar productos avanzados a menor coste que otros países europeos.
Sin embargo, el gran reto es no quedarse en tareas de ensamblaje, sino liderar el diseño, la propiedad intelectual y el desarrollo de productos. Para ello, PROA apuesta por reforzar el sistema universitario, formar a jóvenes en ámbitos tecnológicos ligados a la defensa y consolidar una red de pymes innovadoras alrededor de las grandes empresas tractoras.
Riesgos de desaprovechar la bonanza
El documento también advierte de la incertidumbre presupuestaria. Aunque las cifras de inversión son elevadas, buena parte se destina a salarios, adiestramiento, misiones de paz o ciberseguridad, partidas legítimas pero no siempre transformadoras de la base industrial.
Además, los posibles cambios políticos podrían comprometer la continuidad de los grandes programas si no se aseguran compromisos plurianuales.
PROA concluye que la eficacia demostrada por las Fuerzas Armadas con recursos limitados no puede ser la excusa para seguir tensionando el sistema al límite.
En definitiva, España se enfrenta a un momento decisivo. El aumento del gasto en defensa no es solo una cifra: es la palanca para redefinir su modelo industrial. Si se actúa con planificación, diálogo y ambición tecnológica, el país puede situarse en la vanguardia europea. Si no, la oportunidad se diluirá.