Desde el otro lado

Vargas Llosa: un aristócrata de la palabra

Hace apenas unos días nos tomó por sorpresa la muerte de Mario Vargas Llosa, dejando como legado más de 50 obras, entre ellas algunas que marcaron la literatura contemporánea. Era el último representante vivo del famoso “boom” latinoamericano de los años sesenta, compuesto por  figuras como: Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Arturo Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

El “boom” latinoamericano fue un fenómeno literario, cultural y social que revolucionó las letras universales por su innovación, cuando las obras de jóvenes escritores latinoamericanos irrumpieron en el escenario editorial del momento como un novedoso diálogo que provenía de la cotidianidad de América Latina.

Miguel Reyes Sanchez, Grace Balbuena y Mario Vargas Llosa, puesta en circulación de la obra “ La Fiesta del Chivo”  en Casa de América, Madrid, España, 1992.
Miguel Reyes Sanchez, Grace Balbuena y Mario Vargas Llosa, puesta en circulación de la obra “ La Fiesta del Chivo” en Casa de América, Madrid, España, 1992.

Conocí a Mario Vargas Llosa cuando estuvo en República Dominicana y me tocó entregarle, por el año 1990,  unas 12 cajas de documentos escogidos por el presidente Joaquín Balaguer para que le sirvieran de base del libro “La Fiesta del Chivo”. En ese entonces, conversamos aproximadamente una hora, y yo aproveché para llevarle mis primeros libros de poemas y un borrador de lo que sería mi libro “En el laberinto de las palabras. Semblanza histórica de la realidad centroamericana”. Me cuestionaba sobre mi parecer como joven de lo que fue la dictadura de Trujillo y como veía de cerca a Joaquín Balaguer, por mi trabajo de protocolo al lado de él. Cuando se retiraba me pidió mis datos de contacto.

Dos años después, me llega una invitación a la puesta en circulación de su obra “la Fiesta del Chivo” en Casa de América en Madrid, España. Inmediatamente se lo informé a Rafael Bello Andino y a Miguel Antonio Rodríguez, quienes fuimos en trío a comunicárselo al presidente Balaguer, el cual también quedó absorto. Yo mismo no lo creía, ni mis amigos tampoco.

Mario Vargas llosa
Mario Vargas llosa

El embajador en Madrid era Rafael Gautreau, con el cual había hecho amistad en el Palacio Nacional desde cuando era Asesor Médico y luego director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS).  Coincidimos en el mismo vuelo hacia Madrid. Cuando íbamos en el avión se acercó a mi asiento y empezamos a conversar sobre la invitación de Vargas Llosa. El de manera muy gentil, lo cual nunca olvidaré con mucho agradecimiento, me invitó a que me quedara en su residencia de la Embajada Dominicana durante mi permanencia en Madrid. Me llevó  a conocer el Valle de los Caídos y al Monasterio de San Lorenzo del Escorial, recibiendo las más exquisitas de las atenciones.

En la concurrida ceremonia de presentación de la obra en Casa de América, sino era el único dominicano invitado había muy pocos, don Mario tuvo la gentileza de ofrecerme un saludo especial y calificarme de “joven promesa de las letras”.

Mario Vargas Llosa y Miguel Reyes Sanchez  en Bruselas, Bélgica
Mario Vargas Llosa y Miguel Reyes Sanchez en Bruselas, Bélgica

Mientras me miraba, expresaba su admiración por un personaje que definió como “fantástico y misterioso”: el doctor Joaquín Balaguer. La enorme capacidad de maniobra que tuvo para poder permanecer en el gobierno trujillista sin enlodarse. Vargas Llosa expresó que cuando entrevistó por espacio de tres horas al presidente Balaguer sobre el régimen de Trujillo, le cuestionaba sobre cómo había podido servir a esa dictadura y la respuesta de Balaguer fue que “era la única alternativa posible, ya que de lo contrario hubiese tenido que irse al exilio o pagar hasta con su vida la oposición al régimen, pero que durante toda su gestión nunca robó, ni participó en la orgías de Trujillo “.

Concluido el acto, me presentó a su hijo Álvaro Vargas Llosa, con quien tenía la coincidencia de que habíamos nacido en los mismos días y entablamos una amistad que aún perdura.

Foto Vargas Llosa
Foto Vargas Llosa

Las múltiples veces que me encontré a Mario Vargas Llosa en España, Londres, Bruselas, Perú y Santo Domingo, se rebosaba de alegría al saludarme. Siempre gentil, amable, correcto, un aristócrata de la palabra, humilde aunque algunos no lo crean y un ser humano excepcional. ¡Descanse en paz maestro!