Cinco Sentidos

Tales, Anaximandro y Anaximenes de Mileto

No os asustéis, no comenzaré aquí a trazar paralelas y transversales, ni hablaré del tan temido teorema de Tales, sino que a través de estos grandes pensadores de Mileto (actual Turquía) defenderé una de las tradiciones actuales y de fundamental importancia para mí.

Estoy verdaderamente cansado de los “decidores” de verdades absolutas, plagan las redes sociales con las inversiones del ahorro y las finanzas, NO BEBAS CAFÉ dicen vociferando por todas partes, porque habrás gastado setecientos euros en un año que, si los hubieras invertido, hoy serías millonario.

He de recordar a estos sabios de las finanzas, a quienes no desmiento, pero no acompaño, que lo único que me ha demostrado esta vida a través de mi breve conocimiento de apenas poco más de medio siglo de presencia, es que los grandes descubrimientos de la humanidad se han realizado en un estado de contemplación.

Los tres ilustres personajes que nombro al inicio de la nota tenían la extraña (no tan extraña por aquella época) de ponerse a mirar el cielo y las estrellas, y fue en esa observación absolutamente fuera de la inversión práctica, donde descubrieron las maravillosas teorías, muchas de ellas erradas, pero sin esos errores los siguientes científicos observadores pudieron traernos hasta hoy con el “pensamiento científico”.

Es en esas horas perdidas, donde podríamos encontrarnos con Jorge Luis Borges, o Alfonsina Storni, a beber una taza de café en el Café Tortoni de Av. De Mayo en la Ciudad de Buenos Aires, o encontrarme con Antonio Machado, Lorca o Pio Baroja en el Café Gijón de Madrid.

Qué sería de nuestras bibliotecas, y sobre todo de nuestras propias vidas si tantos sabios hubieran decidido desistir de esos cafés para invertirlos en sucios papeles traicioneros que generarían la promiscuidad de más papeles que se venden al mejor postor. Me quedo con ese café de miradas perdidas en la pared del Tortoni, el Gijón, el Comercial o el querido café Ideal de la calle La Paz de Valencia.

No se ustedes, pero el café es más la ceremonia que la bebida, es despertar los pensamientos revolucionarios, es romper las estructuras de lo establecido para colgarse otra vez de las estrellas y flotar sobre el Arjé de Tales, uno de sus “errores”, bendito error que invita a seguir buscando la verdad.

Basta de sabidurías millonarias, no quiero vender mis cafés a quien se frota las manos para recibir esos dos euros diarios para llevarlos al cajón de las monedas, donde mueren los sueños de ser mejores seres humanos, porque se empieza ahorrando los cafés y se termina guardando la limosna para seguir multiplicando la pobreza de pensamiento y de humanidad.

Quizá tenga razón Ernesto Sábato cuando afirmó que “La ignorancia avanza hacia un inmenso y temible porvenir” De su libro “Uno y el Universo”. -