La solidaridad es unión en la diferencia. El toreo busca siempre esa unidad en los momentos más críticos, y ahora busca unirse con el pueblo valenciano que tanto sufre. Los pavorosos y catastróficos sucesos, acaecidos por las trágicas inundaciones de Valencia, han tocado el corazón de todos. Abundantes son los testimonios de gentes que han sufrido los horribles aluviones, que les han dejado sin nada, incluidos familiares o amigos fallecidos; que agradecen la ayuda de voluntarios, llegados de cualquier lugar, y mucho antes que unas fuerzas y cuerpos desbordados por la situación, en todo tipo planos.
La movilización del país, desde tantos lugares y tantos ámbitos humanos, ha sido extraordinaria, como es normal en estos casos. Tampoco se ha hecho esperar, la tradicionalmente sensible respuesta del toreo, tan arraigado en Valencia; que desde el minuto cero ha querido ser parte activa, con ayuda personal y económica, desviviéndose ante la debacle vivida por compañeros, amigos y personas vinculadas a estos.
Pero el toreo, siempre ha tenido una muy singular manera de solidarizarse con las víctimas de cualquier desgracia y con quienes se desviven por socorrerlas: organizando festivales taurinos a su beneficio. Prueba de ello es que, con la temporada española clausurada, las figuras en América, los toreros descansando y haciendo campo y las ganaderías en las tareas invernales acostumbradas; se han vuelto a echar la manta a la cabeza y ya están anunciando festivales a finales de año, para romper el paseíllo por una buena causa.
Las modernas plazas cubiertas de Vistalegre, Villaseca y Alba de Tormes, son el mejor escenario para ser punta de lanza, en un movimiento humanitario que ya tiene pensado llevar a cabo funciones en otras muchas plazas de Toros. Cada uno ha hecho el cesto con las mimbres que tenía, pues si a Vistalegre van figuras, en su mayoría; en Alba de Tormes se ha cuajado ç un cartel con toreros de casa, de la misma manera que casi todas las ganaderías.
La zona templada del escalafón con abundancia de reses y toreros del centro de la península, han servido para dar toros en Villaseca, con el corazón puesto en Valencia. Todo ello con la gratitud y la gratuidad por bandera, haciendo lo imposible por eliminar todo tipo de gastos. Una practica mil veces repetida, a la que el toreo se entrega siempre, sin pensárselo.
El que sea un festival benéfico no reduce las exigencias artísticas, ni la ambición de los toreros, pues no sería de extrañar que alguno de los actuantes ponga su pica en Flandes, diciendo en el ruedo que debe ocupar otro sitio que el que ocupa, o que está en lo mas alto por algo. Recordemos la actuación en la plaza de Las Ventas, siendo novillero Joselito, en el Festival por las víctimas del colombiano Nevado del Ruiz; o del mejicano Armillita, en la misma plaza en el festival en honor a Julio Robles. Ambos salieron lanzados de aquellos eventos, cuyo fin principal era el benéfico; pero sin renunciar a la expresión artística sin reservas y con todas las consecuencias.
Por ello, todos nos alegramos de que el toreo ha vuelto a ser sensible al sufrimiento, dejando así una máxima muestra de la mejor humanidad. Como no podía ser de otra manera, pues dentro de un traje de luces, va una persona.