
El futuro del derecho es ahora. La inteligencia artificial ya está transformando el sector jurídico, y todos, sin importar edad ni experiencia, debemos estar preparados. Como director del Máster de IA del Colegio de Abogados de Madrid, invito a juristas a liderar el cambio y abrazar la innovación.
Hay días que te cambian la vida. Para mí, este 27 de enero es uno de ellos. Mientras celebro mi cumpleaños, también tengo el honor de asumir el rol de director del Máster de Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados de Madrid. Pero este artículo no es para hablar solo de mi felicidad —aunque, créanme, estoy emocionado—, sino para reflexionar sobre algo que considero fundamental: ¿por qué es imprescindible que los juristas se formen en inteligencia artificial, sin importar su edad, experiencia o área de especialización?
En el mundo del derecho, durante años hemos seguido métodos tradicionales: libros, códigos, jurisprudencia. El derecho, en esencia, es humano. Se construye a partir de nuestras normas, valores y sociedades. Pero ahora, en pleno siglo XXI, estamos ante un fenómeno que lo está transformando todo: la inteligencia artificial. Y no, no hablo de robots abogados reemplazándonos (aunque los titulares alarmistas les encanten a algunos). Hablo de herramientas tecnológicas que amplifican nuestras capacidades y que están cambiando la forma en que entendemos, aplicamos y gestionamos la justicia.
¿Por qué es necesario que los juristas se formen en esta materia? La respuesta es simple: porque la inteligencia artificial ya está aquí, y no entiende de edades, despachos grandes o pequeños, ni de si eres un abogado junior o senior. La transformación digital ha llegado para quedarse, y las leyes están cada vez más entrelazadas con datos, algoritmos y decisiones automatizadas que impactan en todos los niveles de nuestra sociedad.
Piensa en esto: ¿cómo regulamos la privacidad en un mundo donde los datos son el nuevo oro? ¿Cómo garantizamos la justicia en un entorno donde los algoritmos deciden quién obtiene un préstamo, quién recibe una oferta laboral o incluso quién tiene más probabilidades de reincidir en un delito? Estas son preguntas que ningún abogado puede permitirse ignorar.
Pero, más allá de los tecnicismos, hay una realidad aún más importante. La inteligencia artificial no está aquí para reemplazar el pensamiento humano, sino para potenciarlo. Sin embargo, para lograrlo, los juristas necesitamos estar preparados. Saber cómo funcionan las herramientas que utilizamos es un imperativo ético y profesional. No podemos asesorar, defender o legislar sobre algo que no entendemos.
Ahora bien, seguro que muchos pensarán: “Esto no es para mí, ya estoy demasiado mayor para aprender estas cosas” o “Yo llevo toda la vida haciendo las cosas a mi manera, y me va bien”. Pero déjame decirte algo: nunca es tarde para aprender, y en esta revolución, nadie tiene ventaja. El campo está nivelado. Todos estamos aprendiendo juntos, porque esta tecnología está evolucionando tan rápido que incluso los más jóvenes en la profesión tienen que estar actualizándose constantemente.
La edad, la experiencia, la especialización… Nada de eso importa cuando hablamos de adaptarse al cambio. Al contrario, creo firmemente que cada jurista tiene algo único que aportar en esta nueva era. Los abogados con años de trayectoria tienen la sabiduría que solo da la experiencia, y pueden usar la tecnología para mejorar su práctica y ofrecer un servicio más eficiente. Los recién llegados al mundo del derecho tienen la oportunidad de empezar sus carreras con herramientas que antes parecían ciencia ficción.
Formarse en inteligencia artificial no significa convertirse en programadores o expertos en tecnología. Significa entender cómo estas herramientas afectan al derecho, cómo podemos usarlas para mejorar nuestro trabajo y cómo garantizar que, incluso en un mundo digital, los valores humanos sigan siendo el centro de todo. Porque esa es la esencia del derecho, ¿no? Hacer que la justicia sea accesible, equitativa y humana.
Desde mi posición como director del Máster de Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados de Madrid, quiero lanzar un mensaje claro: esta formación no es un lujo, es una necesidad. No se trata de tener miedo a lo desconocido, sino de abrazarlo con curiosidad y entusiasmo. La inteligencia artificial no es el enemigo; es una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede ayudarnos a construir un sistema jurídico más eficiente y justo.
Imagina un mundo donde los abogados puedan dedicar menos tiempo a tareas repetitivas y más tiempo a lo que realmente importa: entender a sus clientes, construir estrategias legales sólidas, y garantizar que sus derechos sean protegidos. Imagina tribunales donde los procesos sean más ágiles, gracias al uso de sistemas inteligentes que agilicen la gestión de casos. Imagina un derecho más accesible para todos, donde la tecnología elimine barreras económicas y geográficas.
Esto no es ciencia ficción. Esto es lo que ya está ocurriendo. Pero para que esa visión se convierta en realidad, necesitamos juristas preparados, formados y, sobre todo, dispuestos a liderar el cambio.
Por eso, mi invitación es simple: no importa tu edad, tu experiencia o cuánto sepas (o creas que no sabes) de tecnología. Atrévete a aprender, a explorar, a salir de tu zona de confort. La inteligencia artificial no solo está transformando el derecho; está transformando nuestras vidas. Y creo que no hay mejor momento para subirnos a este tren que ahora.
Así que, mientras soplo las velas este 27 de enero, lo hago con un deseo: que cada vez más juristas se sumen a esta revolución. Que juntos construyamos un futuro donde la tecnología esté al servicio de la justicia, y no al revés. Y que nunca olvidemos que, detrás de cada algoritmo, sigue estando lo más importante: las personas.