El quipu era un sistema de hilos que escondía un curioso alfabeto de nudos y cuerdas de algodón o fibra de alpaca, de guanacos, llamas, vicuñas, donde el cacique enviaba mensajes, información, hazañas, tradiciones y acontecimientos importantes para su Imperio.
En ellos se consignaba el archivo y la memoria inca en su amplio territorio, y fue la base del éxito económico y político de ese Imperio que tuvo su apogeo entre los años 1200 y 1500 de nuestra era.
La cultura inca transmitía su conocimiento en cordeles con nudos de diferentes formas y colores, en una estructura formada por una cuerda horizontal primaria y gruesa en la parte superior, de la cual pendían algunos cordones verticales y delgados, con otros nudos que sujetaban más cordeles anexos al principal.
El quipu contenía datos que de acuerdo a la posición y el color indicaba determinado mensaje. El teñido de las cuerdas, la dirección de la torcedura y la clase de nudo llevaba datos complejos, razón por la que su interpretación estaba reservada únicamente para los <<quipucamayoc>>.
Los nudos, nudillos, hilillos, sueltos y atados, unos colorados y otros verdes o azules, eran sus palabras. La torsión de las cuerdas tenía un significado particular: las vueltas hacia la derecha cosas positivas, y hacia la izquierda hechos negativos. La torcedura de hilos escondía un sistema de escritura que se develaba entre cantares, y para la comunidad eran noticias, determinaciones, enseñanzas, pero especialmente memoria cultural.
El contenido del particular lenguaje se daba a conocer por las diferentes rutas del Imperio, donde la interpretación de cada cuerda por los nudos y el color, tenía un mensaje de izquierda a derecha, y de arriba hacia abajo con otro concepto especial que representaba sus propias sílabas.
Era un código complejo con diferentes interpretaciones según la posición, dirección y color. Un nudo almacenaba tres o más caracteres, el color representaba una condición, los colores eran números, palabras o ideas que combinados dimensionaban un lenguaje escrito.
La distancia entre lazadas tenía connotación especial, con el conteo decimal mediante nudos, colores, tamaños, y donde la ausencia de atadura en la cuerda representaba el cero.
Los quipus eran llevados por los <<chasquis>>, mensajeros que cubrían y desplazaban por el gran territorio, que en esas cuerdas anudadas entregaban a los <<quipucamayoc>> los registros o archivos, quienes los daban a conocer por las diferentes regiones del gran Imperio llamadas <<Tahuantinsuyo>>.
Los cerros grandes parecían observar la cúpula celeste, junto a castillos moldeados en piedra como símbolo de su grandeza, y los caminos con figuras de animales les sirvieron de contacto y cercanía a sus dioses. Los incas tenían en los amautas o sabios, conocimientos sorprendentes que perduraban entre la comunidad, y conforman la historia enigmática de contactos siderales de lo que fue aquel Imperio.
En el secreto de los quipus estaba la verdadera pista de la ciudad de los destellos, ya que entre la cultura inca, la luz de los dioses de su pueblo era el verdadero tesoro del conocimiento.