La gente de campo se pasa la vida entera soñando primaveras. Primaveras con los valles cuajados de trébol, donde el verde se hace tan intenso que “negrea” de forma descarada. Primaveras con los regatos llenos de flores y las charcas rebosando el agua sobrante. Primaveras con las encinas anunciando una imponente montanera, así se lleven el calor del verano y alguna helada del invierno, la mitad de la muestra por delante. A fin de cuentas, todos soñamos primaveras como esta, que estamos viviendo, donde emerge por todos los lados la alegría de la abundancia, pues no podemos negar que la abundancia es un importante precedente para la alegría. Una buena primavera alarga la chanza y alivia los males de la gente de campo, que nunca se queja todo lo que le duele, por más que caiga sobre sus costillas una muy injusta fama de llorones.
En el campo bravo también ha emergido de manera abrumadora la primavera. Los tentaderos se organizan por doquier, encontrándote en restaurantes y áreas de servicio a toreros y sus acompañantes con sesiones de mañana y tarde, dispuestos a pechar con animales gordos como pelotas, con todo el poder y el vigor que tiene el come, lo que quiere. Tientas amenazadas por el imprevisible aguacero de tormenta, que se puede escapar a las muy seguras previsiones meteorológicas, que a la vez meten poco miedo y causan trastorno menor, pues muy viejo es el dicho aquel que reza que “Lo que en mayo se seca”. Las prisas actuales, a las que no nos acostumbramos, aunque nos las impongan, a veces son olvidadas cuando un grupo de aficionados, hacen tertulia en torno a un torero, viendo los toros por la tele de una de las primeras ferias del año; y mucho mas de esta tardía feria de Sevilla o de San Isidro, cuando los días son más grandes y dan tiempo a todo. Todo ello acompañado de una merienda con las, cada día, más escasas matanzas caseras. Tertulias donde sale la esencia del toreo y su historia, sin las que ni el torero ni el aficionado pueden vivir, pues son ese alimento del alma taurina, que cuando se acaba, se mueren.
Primaveras como esta alivian el ánimo y la economía de la gente de campo, y que repercute en muchos ámbitos sociales y económicos de nuestra sociedad rural. Como en esta vida nada hay carente de problemas, estas maravillosas primaveras copiosas en hierba, pueden perjudicar el remate de los toros y novillos de saca, pues si tienen la hierba a su alcance, la preferirán al pienso que es el que de verdad redondea su anatomía. Pero bendito problema, cuando los valles están llenos de hierba y la primavera se alarga hasta una vez pasado San Pedro.