A algunos estudiosos de la neurociencia nos duele el olvido sufrido por el profesor del Río-Hortega, opacado por la figura de Ramón y Cajal. Al hilo del descubrimiento de la implicación de las células de microglía en la etiopatogenia del Alzheimer, su figura se ha recordado como descubridor de la existencia de estas células en el cerebro. Un excelente periodista, Manuel Ansede, ha escrito un artículo en El País glosando cien años después su figura y la importancia de sus trabajos de investigación. Lamentablemente su homenaje queda empañado por el sesgo ideológico con que ha sido escrito. Me da un poco de vergüenza ajena tener que recordar los siguientes hechos.
Don Pío fue un conspicuo lerrouxista, es decir, era un republicano de derechas que salió de España al empezar la Guerra Civil por miedo a los ‘rojos’. Justo lo contrario de lo que insinúa Ansede. París y luego Buenos Aires, como tantos científicos e intelectuales que tomaron ese camino. Les alivio de proporcionarles la lista.
Don Pío era homosexual, este hecho influyó en su expulsión del Laboratorio que compartía con Cajal en el edificio del Museo Arqueológico del Paseo de Atocha. Su salida del Laboratorio de Histología Normal y Patológica del Instituto de Investigaciones Biológicas supuso un freno a su carrera y probablemente le costó el Nobel. Mantenía un enfrentamiento científico con Cajal, lo que fue el desencadenante de estos hechos que para Ansede no existieron. En aquella época don Santiago era conocido por su afición a las casas de lenocinio, asunto que para algunos entonces suponía un timbre de honor.
Nicolás Achúcarro, Fernando de Castro, Santiago Ramón y Cajal, Pío del Río- Hortega, Gonzalo Rodríguez Lafora, una impresionante lista de neurocientíficos españoles que revolucionaron el conocimiento de la estructura del cerebro. Vaya desde aquí mi reconocimiento para todos ellos, con Cajal a la cabeza, pero sin olvidar a los demás ni traicionar su memoria.