LA MIRADA DE ULISAS en los últimos tiempos y sobretodo al ver la gran influencia que ejercen los medios de comunicación y las fuentes de información como son las nuevas tendencias, que hacen figura sobre el pensamiento y muchas veces hasta en las actitudes de la audiencia, se pregunta el ¿por qué los seres en vez de investigar bien un asunto? se quedan conformes con lo que oyen o ven a simple vista. No se toman el tiempo ni hacen el esfuerzo de tratar de llevar una postura personal o de investigar más a fondo. O por lo menos de surtirse de informaciones encontradas para hacer el punto, como debe hacerlo cualquier persona pensante. Indagar y no tragar entero. O inclusive hacer el ejercicio de preocuparse por entender mejor y más ampliamente las situaciones, viendo las diferentes posiciones que se le acuerden a la situación en cuestión o referida.
Como la mirada que soy, pienso que debemos tener la obligación de escuchar y ver las diversas miradas para poder quedarnos con la propia, sin la manipulación de los sesgos. Imposible recibir el bombardeo de una información transversal, que casi siempre sirve para vender más y tantas veces para desinformar o crear una divulgación sobre algún tema que resulte falso o entregado a medias con la probabilidad de una visión equivocada.
Recuerdo que como colombiana que soy, cada vez que me identifican como tal, la pregunta obligada es si yo soy otra Pablo Escobar o se ponen en actitud casi obligada de preguntar ¿cuál es la mejor mariguana o cocaína? Por supuesto que la interpelación viene con su carga de mofa, pero lo que yo decanto de esa actitud, hasta qué punto a los colombianos nos venden como si todos fuéramos mafiosos o personas enriquecidas por la droga o en últimas la gente en general toma el distintivo de la droga para achacarselo a cualquier persona que provenga o haya nacido en Colombia.
Menos mal que a la notoriedad saltaron nombres como de Gabriel García Márquez y de Fernando Botero entre otros para mostrar que no solamente Colombia exporta droga sino genios y personas de talento. Lo que implica que la fuerza que desempeña cada noticia es de tomar con pinzas y de permitir una indagación superior. Como las falsas leyendas sobre los judíos, inclusive el sustantivo registrado en la Real Academia de la Lengua trae su inclinación negativa, actualmente puesta en tela de juicio por Argentina. ¿Hasta adónde puede llegar una información malintencionada o distorsionada? Que además para tristeza de mi atisbo se torna cotidiana, sin que se preste a otro tipo de interpretaciones o juicios de valores. El tema se da por clausurado al emitir una verdad que se cree de a puño.
Lo mismo sucede con la situación de Israel, que tantas ampollas suscita. Y la pregunta del ¿por qué? divaga por los aires. La respuesta parece obvia, el antisemitismo es la réplica que nos autoriza a condenar sin conocer y sin abordar el tema como Dios manda, con la preparación que ilustra el análisis y sobre todo sin los prejuicios que nos han venido rigiendo durante años y hasta siglos. Despojarse de ellos no resulta fácil. Es una labor de conciencia que nos permite quitarle el velo a temas tabúes o espinosos y dejar nuestra libertad de opinión hacer lo suyo con los argumentos pertinentes para llegar a conclusiones más adecuadas a la realidad.
Reza el dicho sabio: lo que sale del corazón entra al corazón. Es cierto. Basta con ver y observar detenidamente a una persona de la manera como se expresa para saber si dice la verdad. La actitud hace transparente lo que muchas veces traiciona el discurso. El lenguaje corporal y las expresiones del rostro hablan por sí solas. Hay que hilar delgado para interpretar lo que a simple vista parece obvio, pero con una doble mirada o más detenimiento en los detalles, que no siempre se presentan de forma evidente, el lector o aquel que escucha percibe que está en su campo hacerlo de modo correcto.
La mirada de Ulisas invita a sus lectores y seguidores a darse el tiempo y el lugar de profundizar más hondo lo propuesto para evitar errores de interpretación, que muchas veces nublan nuestro entendimiento o nuestra razón. Debo reconocer con cierta humildad que mi mirada se torna más diáfana cuando le doy la oportunidad de discutir y hasta de disentir. En esa búsqueda los indicios cobran fuerza y me llevan de la mano por un camino más iluminado, que espero sea el que halle el mundo en un momento de tanta confusión y de dolor.