Relator

¿Nacimientos sin Paraíso?

Deseánse cifras y estadísticas por sobre todas las cosas. El quehacer político las exige y requiere y sustenta en su supervivencia inestable.

Por estos territorios de dos y tres mares (Pacífico, Caribe y Amazónico), cifras y estadísticas las elabora el DANE: Departamento Administrativo Nacional de Estadística, organismo autónomo de los gobiernos y cuatrenio de turno.

En estos días recuentes, el DANE publicó un “sorprendente” y mejor “alarmante” boletín de Estadísticas vitales -Nacimientos y defunciones no letales, concerniente a todas las regiones del país –nuestro país de la belleza, como lo metaforizan hoy por hoy políticamente.

Entre 2015 y 2025, efectiva pero quizás explicablemente, las cifras de alumbramientos habrían tenido una caída del 31.3 por ciento.

En el 2024 se reportaron 453. 901 nacidos vivos (un 12 por ciento menos que en año anterior). En la década de las “sorpresas” y “alarmas”, 207. 000 bebés menos.

De manera correlativa, un mayor envejecimiento: sí, un superior número de adultos para las siguientes décadas (hacia 2050, se afirma, uno de cada cinco colombianos será mayor de 65 años; para el 2070, se especula, la población mayor de 45 años se elevará un 83 por ciento y la menor de 44 años, disminuirá en un 49 por ciento). Así: <<este envejecimiento poblacional podría restar hacia 2070 unos 1. 5 puntos porcentuales el crecimiento económico>>.

Factores en juego, a saber: <<Junto con un mayor acceso a métodos conceptivos, una mejor educación sexual y una mayor escolaridad se suman a la decisión de cientos de miles de mujeres colombianas, la mayoría jóvenes, de controlar, posponer o descartar el camino de la maternidad >> (El Tiempo, 4-X-2025).

De nuevo en el 2024, la tasa global de fecundidad (número de hijos al final de la vida reproductiva de la mujer), habría reportado <<el valor más bajo de la serie, con 1. 1 hijos promedio por mujer>>.

Las defunciones en ese mismo año fueron de 275. 778 (no fetales). La tasa bruta de mortalidad se mantendría en 5. 2 defunciones por cada 1.000 habitantes.

Pero la mortalidad infantil habría descendido del 4 por ciento en el 2015 al 2.2 por ciento en el 2024. Así mismo la mortalidad materna.

¿Y el sentido o valor de la vida?

El atentado contra la vida de Simón Bolívar, ocurrido en la noche del 25 de septiembre de 1828 en Santa Fe de Bogotá, cuando se declaró dictador de la Gran Colombia: tres docenas de atacantes forzaron a la media noche el ingreso al Palacio Presidencial, comandados por Pedro Carujo y, luego de asesinar a los guardas, se dirigieron a la habitación del Libertador, quien logró escapar por la ventana con la ayuda de Manuelita Sáenz,

En los juicios fue condenado a muerte el general Francisco de Paula Santander –principal opositor-.-, a quien Bolívar le perdonó la vida y lo desterró.

Desde esa fecha –simbólica— del 25 de septiembre de 1828, el país político y social se fragmentó; el Otro, en la polarización, devendría en su diferencias (ideológica, política, religiosa) enemigo irreconciliable.

Décadas más tarde, con la Constitución Nacional de 1886 y el Concordato de 1887 (formaremos creyentes más que ciudadanos y profesionales), la polarización se llevaría a sus límites vitales e ideológicos y se excluirían liberales, masones, comunistas, judíos…

Además el Otro tendría poco o nulo valor individual o colectivo (Uribe Uribe escribe, ser liberal no es pecado).

Los interrogantes son –más allá del mundo o universo de las cifras y estadísticas arriba enunciadas— del orden del sentido o valor de la vida en el territorio nacional.

Ese 1. 1 de hijos promedio por mujer, ‘es deseado?

En una geografía de exclusiones (pulsiones de muerte y miles de asesinatos entre el 2024 y el 2025, en un eterno retorno de lo mismo), ¿tienen valor humano y social los 10 o más millones de sujetos sociales que piensan (y votan) diferente a otros tantos 10 o más millones de colombianos?

¿Qué perspectivas de futuro tienen los habitantes todos –en las exclusiones y polarizaciones, y mejor, negaciones (¡quien me niega, me mata!, afirmaba Albert Camus)--, cuando se vive en una nación a—simbólica (simbolizar o matar, conceptualizaba Jean Baudrillard)?

En <<el país de la vida y la belleza>>, como reza el eslogan gubernamental, ¿acaso sería posible la existencia de todos y todas, más allá de las diferencias?

¿Cuál sería “la medida común” (constitucional) para dicha coexistencia, medida común para la comunicación, el intercambio y la justicia sociales?

¿Acaso se podría conceptualizar o simbolizar un valor más alto o supremo que la vida y lo <<esencial>> de la vida individual y social?

Asuntos filosóficos, más que estadísticos.