He leído las novelas de Yukio Mishima (1925-1970), el gran escritor japonés de posguerra, que cumplió cien años de haber nacido en Tokio, y cuya obra fue nominada al Premio Nobel de Literatura. Tenía todos los méritos. Él prefirió que lo ganara su eterno amigo Yasunari Kawabata.
Las novelas de Mishima son de una belleza desgarrada, conmovedora, inquietante, que traspasa la visión occidental de la vida, el amor y la muerte. Mishima era sintoísta, y se oponía radicalmente a la occidentalización de Japón. Leía en francés y alemán, le encantaba el teatro tradicional japonés, el kabuki. Creó la Sociedad del Escudo, milicia privada encaminada a restaurar el poder del emperador. No somos nadie para juzgar decisiones humanas, sean fatales, terribles o bellas, como la ceremonia premeditada del escritor para suicidarse en 1970, haciéndose el harakiri. Lo que prevalece de un artista o escritor es su obra, los actos estéticos y éticos que acompañan su existencia.
Su novela “El marinero que perdió la gracia del mar” (1963), es una de sus cuarenta novelas escritas, y una de mis preferidas, por la conjunción entre inocencia y horror, amor y muerte. Mishima además de novelista, era poeta, dramaturgo, ensayista, guionista y crítico. Escribió 18 obras de teatro, 20 libros de ensayos, 20 libros de relatos. Además de la novela “El marinero que perdió la gracia del mar”, me impactaron “Confesiones de una máscara” (1949), “El pabellón de oro” (1956), el ensayo autobiográfico “El sol y el acero” (1967). Poco antes de suicidarse entregó los originales de su libro “La corrupción de un ángel”, que completó la tetralogía “El mar de la fertilidad”, “Nieve de primavera”, “Caballos desbocados” y “El templo del alba”. Durante más de veinte años Mishima sostuvo una intensa correspondencia con Kasunari Kawabata. Una de sus sentencias que me tocó el corazón fue: “ La vida es un baile en un cráter de un volcán, que en algún momento, hará erupción”. Leo sus cartas que desnudan su vida privada y secreta. Un ensayo de Marguerite Yourcenar a la casa del escritor, me completó imágenes sobre su vida. Releo su cuento magistral “El sacerdote y su amor”, paradoja de vidas opuestas, la de un sacerdote, sabio, asceta budista, que ve al mundo como un inmenso basural, y la de una concubina imperial cansada del amor de los hombres. El sacerdote jamás tocó a una mujer y mientras medita ante una flor de loto, percibe la presencia sobrenatural de la concubina. Los dos vienen de regreso con el resplandor de lo irreconciliable. Como si la luz de la flor de loto se abriera dentro de ella, y la luz del cuerpo de ella se abriera dentro de él. Como luz que entra en el agua. Es insoslayable leer a Mishima y a Kawataba para descubrir secretos de la literatura japonesa. Leo con deslumbramiento inagotable a los dos. La palabra de Mishima es certera, visceral, y su desgarradura nos puede llevar al paraíso y al infierno.