Aquel sueño de Roberto Carlos de tener un millón de amigos, se hizo realidad para el Papa León XIV este último fin de semana, al celebrarse en Roma el Jubileo de la Juventud con más de un millón de jóvenes reunidos en la Plaza de San Pedro, provenientes de más de 140 países diversos. Me tocó ser testigo entre las calles de Roma de los hermosos colores, sonrisas, música, alegría en estos días del verano italiano, diferentes idiomas no fueron una barrera sino el puente de encuentro en las miradas que buscaban un mismo objetivo, el cantar la alegría de la Fe en común y el grito de decir “Todavía creemos”.
En estos días en que el hombre vive una espiritualidad paradójica, sin referencia a Dios, la actual búsqueda de la paz, y la trascendencia fuera de una religión e Institución. En este contexto, y frente a un mundo hipersecularizado, el Jubileo es una marea de todo lo contrario, demostrando que la sed de lo sagrado y del encuentro personal con un Dios vivo y familiar sigue circulando por las venas de las almas que creen en Jesús y en la Iglesia Católica (Universal).
Entre algunas de las palabras que expresó el Papa León se puede destacar la claridad de que la religión no se impone, sino que se vive en amistad, fueron claves en cada uno de los encuentros las palabras PAZ, VOCACIÓN Y VERDAD, valores que coinciden, también con quienes se definen como espirituales, pero no religiosos.
La paz presentada por el Jubileo es la que nace como fruto del trato y el encuentro personal con Cristo, no se trata de una introspección emocional sino del encuentro amoroso con el verdadero amigo.
La amistad, y quien tiene experiencia de ella lo sabe, resulta transformadora, no es fácil encontrar amigos, sin embargo, cuando se encuentra uno, es un tesoro. Frente a la gran oferta de evasión o nihilismo ante el sufrimiento, el Jubileo presentó sentido, compañía, misión.
Mientras muchos hoy viven una fe con valores reciclados del cristianismo, pero desvinculados de un Dios vivo. El Papa propone la siguiente reflexión: “Comprar, acumular, consumir, no es suficiente, necesitamos alzar los ojos” No se conformen con poco, aspiren a cosas grandes, a la santidad”. Alzar los ojos, bajo ningún concepto querrá decir vivir alejado del mundo, o dejar de ver lo que sucede a nuestro alrededor, sino por el contrario, significa, elevar el corazón, asociarlo al amor de entrega a los demás, a levantar la mirada para observar y actuar frente a las necesidades de los que nos rodean.
Aunque muchos eligen una fe sin Dios, parece ser que Dios se empeña en buscar al hombre, el corazón humano aún no se ha cerrado del todo, los miles de jóvenes reunidos son signo de ello.
Por último y como una señal contundente, se asoció el Jubileo de jóvenes a un encuentro de un Jubileo de los medios digitales, acertadamente señalaba el Obispo de Orihuela, Monseñor José Ignacio Munilla, es tiempo de un nuevo mundo, como lo hicieron los primeros cristianos siguiendo el mandato de Jesús, Proclamad el Evangelio a todo el mundo, el nuevo mundo descubierto es éste, el Digital, y es necesario llevar la Buena Noticia a través de estos medios. El Papa exhortó a alimentar con Esperanza cristiana los entornos digitales, siendo testigos y ejemplo de paz en tiempos de conflicto. Llamó también a ser garantes de que esta cultura digital no pierda la humanidad, reconociendo la importancia de la caridad, y la cercanía real, más allá de los superficiales followers. Es hora, dijo, de REPARAR LAS REDES.
Mientras la juventud se encuentra más conectada que nunca, sin embargo, se viven en la actualidad, las consecuencias de una marcada y profunda soledad, desesperanza, desconfianza institucional, incapaz de encontrar sentido trascendental a la vida, frente a esta realidad que atormenta, el Jubileo resulta un poco de aire fresco para repeler las nuevas epidemias que castigan sin tregua, la ansiedad y la soledad.