En el pasado he hablado de los esperanzadores resultados que está consiguiendo Milei en la Argentina. A finales del primer semestre de 2025, es decir sólo 18 meses después de su llegada al poder, podemos decir que el éxito se ha confirmado. Aunque aún queda muchísimo por hacer, el gobierno liberal argentino ha rescatado a su país de la quiebra y lo ha colocado en la senda de la prosperidad.
La inflación está controlada y en constante caída, el déficit público ha desaparecido, y con él la destructiva monetización de la deuda pública, se ha tomado el control de la base monetaria, el banco central ha salido de la quiebra y está siendo recapitalizado, y además, el crecimiento económico es notable. Incluso el cepo cambiario ha sido eliminado, y lo más importante, la enorme pobreza heredada del socialismo kirchnerista ha caído 8 puntos porcentuales, aunque es imperativo reducirla mucho más.
El crédito bancario ha resurgido, lo que beneficia tanto a la inversión como al consumo privado de bienes duraderos, y las liberalizaciones iniciadas han permitido que el acceso a la vivienda ahora sea una realidad para muchos. El estado argentino ha mejorado muchísimo su solvencia, lo que ha desplomado la prima de riesgo país, y esto se ha traducido en el acceso a los mercados de capitales internacionales, cosa imposible anteriormente. Hay mucho más que merecería ser comentado, y también áreas donde se necesitan mejoras, pero no quiero alargarme ni presentar cifras. En cualquier caso, el balance es enormemente positivo pues se ha conseguido en un brevísimo espacio de tiempo.
Haber hecho tanto en sólo 18 meses con todo el mundo en contra es realmente milagroso. Tanto es así que Thatcher, que heredó una GB hundida por el socialismo laborista, tardó diez años en hacer lo mismo.
Hace un siglo la Argentina era uno de los países más prósperos del mundo, sin embargo, tras 100 años de pésimas políticas estatistas y anti-mercado el país se había convertido en un estado prácticamente fallido, y en uno de los más pobres e insolventes del mundo. Sólo hay dos tipos de política económica, la buena y la mala, la que enriquece a la mayoría desde la libertad y la que la empobrece desde el autoritarismo estatista, siendo esta última la que ha padecido Argentina desde hace muchas décadas. Por desgracia esta enfermedad es la misma que sufren tanto España como gran parte de la UE desde principios del siglo XXI.
Milei ha conseguido estos logros porque ha entendido que el nudo gordiano del problema argentino era restablecer la credibilidad fiscal del estado y la libertad económica. La prosperidad no viene de imprimir dinero por parte del banco central sino de crear riqueza real mediante la inversión y el trabajo, la innovación, y la creatividad de ciudadanos y empresarios. Para que esto suceda, el estado debe dar un paso atrás, reducir su tamaño y su intervencionismo, debe convertirse en un medio en vez de un fin en sí mismo, debe dejar de parasitar a la sociedad en favor de la casta política, burocrática, empresarial y sindical que detenta y usufructúa el poder en beneficio propio.
Por eso el ancla fiscal es innegociable, el déficit cero es clave, y lo debería ser también en cualquier país, especialmente en los de la UE. No se puede prosperar si el estado genera déficit público también en los años en que hay expansión económica. Esta es la receta de la ruina, por eso tantos países de la UE están estancados, empobrecidos, y a punto de colapsar bajo el peso de la deuda pública.
Tampoco es negociable la reducción radical del súper-intervencionismo del estado kirchnerista causante de la absoluta falta de libertad económica y de la parálisis de la economía. La maraña de regulaciones kirchneristas solo beneficiaba al kirchnerismo y a su casta asociada, al precio de impedir el normal funcionamiento del sector privado. El recorte acelerado de este exceso de regulaciones está siendo clave también para el éxito.
Macri iba en la buena dirección, pero fracasó por el gradualismo, y esto lo percibió Milei muy claramente. Cuando la situación es pésima, como era el caso de Argentina en 2023 bajo la bota del estado Kirchnerista, los paños calientes no sirven, es imperativa la cirugía exprés.
Milei está teniendo éxito porque está aplicando una terapia de choque, esa que no quisieron o se atrevieron a aplicar ni Aznar ni Rajoy cuanto tuvieron la oportunidad. El presidente liberal argentino está tocando todas las palancas a su alcance para sacar a su país de la quiebra y de la pobreza, hasta el punto de que podemos hablar de un cambio de régimen en el seno de la propia democracia argentina.
Milei le ha dado una patada en el culo al socialismo de casta regresivo, dependiente y empobrecedor, y lo está sustituyendo por un liberalismo basado en la libertad, la responsabilidad individual, la propiedad privada y el libre mercado. Es esta una nueva sociedad en la que el estado está dejando de parasitar a la ciudadanía en favor de una casta asociada al poder, casta que dice defender al pueblo cuando en realidad lo esquilma y lo mantiene en la pobreza.
El actual presidente argentino merece compartir con Bernaldo de Gálvez (uno de los facilitadores principales de la independencia norteamericana) su divisa “Yo solo” porque, al igual que aquel gran militar español, se ha enfrentado él solo contra todo y contra todos. Con todo en contra, y con escasos apoyos políticos, está obteniendo resultados inimaginables en un brevísimo espacio de tiempo.
Es un milagro que con todo el “establishment” argentino y occidental en contra esté siendo capaz de ganar la batalla cultural y hacer entender a legiones de jóvenes que su futuro se halla en sí mismos, siempre que se les ofrezca un marco de libertad política y económica, y no en la dependencia permanente de un estado confiscatorio, castrador y paternalista.
Que tanta gente haya optado por el liberalismo en contra del socialismo es un hito histórico. El presidente liberal argentino puede ser el “game changer” que muestre a Occidente el camino olvidado que lleva tanto a la auténtica libertad como a la prosperidad de los pueblos.
Esperemos que Milei obtenga un éxito notable en las elecciones de octubre para que tenga las manos libres para llevar hasta el final su proyecto reformador y transformador de la sociedad argentina.
Ojalá este éxito se extienda en el futuro a las naciones occidentales empobrecidas por el estatismo asfixiante y parasitario, como es el caso de Francia o España.