Mario Camus, nuestro gran cineasta, siempre quiso rodar una película que adaptara la novela de Baroja ‘Los amores tardíos’. Perteneciente a la Trilogía ‘Agonías de nuestro tiempo’, según palabras del escritor, «este libro no tiene ni principio ni fin, ni alfa ni omega, es permeable y poroso, una melodía larga que sigue y no concluye». Naturalmente, los productores se negaron a su realización, igual que rechazaron producir una película con relatos cortos del propio director.
Camus había dirigido, entre otras muchas, una adaptación de Galdós (la serie televisiva ‘Fortunata y Jacinta’), de Lorca (La casa de Bernarda Alba), de Cela (La colmena) y de Delibes (su gran éxito ‘Los santos inocentes’), obras que por sí mismas justifican una carrera cinematográfica sobresaliente. Sin embargo, aunque el director santanderino realizó películas de encargo con Raphael y series televisivas como ‘Curro Jiménez’, nunca gozó de popularidad dado su carácter retraído y su negativa a conceder entrevistas. Se sabía que tuvo siete hijos con Concha Bergareche y poco más.
Pío Baroja fue un escritor antipático, quizás su indisimulado antisemitismo le privó del Nobel, pero su capacidad narrativa era enorme sin necesidad de hacer concesiones. Algo parecido ocurría con Camus, cuya habilidad adaptando nuestra literatura al cine no ha sido superada, sin que tuviera el debido refrendo popular. ‘Los amores tardíos’ es una novela enorme, poco conocida, de la que quizás hoy muchos disfrutarían si la cicatería y falta de criterio de los productores de la época no lo hubiera impedido.