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Jugar a la lotería

La mente humana encuentra dificultades en comprender el significado de la probabilidad, si no resulta inexplicable la pasión por la lotería, una actividad profundamente irracional en términos probabilísticos. Más sorprende todavía la noticia de que se estén vendiendo muchos décimos en la Administración de Lotería de Paiporta con la filosofía de que la mala suerte llama a la buena, por lo que comprándola allí aumentarían las probabilidades de resultar agraciado. Sin embargo, en términos estadísticos, la probabilidad sigue siendo la misma, es decir, ínfima. Incluso se podría afirmar que la probabilidad es todavía menor, pues el que produzcan dos hechos improbables consecutivamente hace que se multipliquen las dos probabilidades, lo que significa que disminuyen aunque este hecho no afecte a cada una de ellas. La probabilidad de sacar cara en un lanzamiento de una moneda es del 50%pero la de obtener dos caras consecutivas es del 25% (0.5x0.5=0.25) sin que esto afecte a que la probabilidad de sacar cara en el segundo lanzamiento siga siendo del 50%. Este hecho resulta contraintuitivo y pone en evidencia los límites de nuestra mente.

No creo que la gente compre lotería en Paiporta por cálculo de probabilidades, sino quizás por un viejo mito en el que el  padre de un amigo también creía: se decía que, durante el franquismo, cuando se producía una catástrofe o el régimen quería premiar a alguna región, usaba la Lotería Nacional como sistema de redistribución. Para él, y para mucha gente como él, esto era dogma de fe, hasta el punto de encargar boletos cuando salía de viaje porque iba a tocar en tal o cual lugar. Por si queda alguna duda de la fiabilidad del asunto, el padre de mi amigo jamás ganó ningún premio de lotería.