Ciencia, periodismo y política

Fusilar escritores

Es imposible borrar de nuestra memoria el asesinato de Federico, pero tampoco podemos olvidar el de Pedro Muñoz Seca o la interminable lista de escritores rusos asesinados. Cuando Isaías Berlin visitó a la Ajmátova en Leningrado fue consciente de esa gran tragedia que le marcó para el resto de su existencia. 

El fusilamiento de Robert Brasillach por colaboracionista y el desesperado suicidio de Pier Drieu La Rochelle, abrieron un camino que culminó con la persecución a Céline en el país de las luces y la libertad. En nuestra posguerra hubo ecos de todo aquello, como cuando Eugeni Xammar, el prestigioso periodista, pidió el fusilamiento de su amigo Josep Pla por su colaboración con el franquismo. Este episodio merece detallarse pues delata pasiones de las que todavía no se han apagado los rescoldos.

En 1947  Xammar publica un artículo titulado ‘Fora de la comunitat catalana’ en la revista ‘Quaderns d’Estudi’. En ese momento era el jefe de gabinete del presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Irla. Así reza el texto:

«Esto es lo que no hay que olvidar. Lo que Robert Brasillach, condenado a muerte y ejecutado, nunca dijo ni hizo lo dijeron e hicieron los redactores de ‘Destino’: Ignacio Agustí, José Pla, Juan Esterlich, Manuel Brunet, Juan Teixidor y Carlos Sentís, rata de cloaca. Tendréis forzosamente que reconocer que ningún tribunal francés habría vacilado a la hora de aplicar a estos seis hombres la misma pena que a Brasillach».

Aún admitiendo el tono retórico del artículo, resulta escalofriante  el resentimiento que produjo entonces la publicación de una revista escrita en castellano por catalanes. De aquellos polvos, estos lodos.