Disquisiciones

El éxito en una sociedad en crisis

Los aristócratas del siglo XIX valoraban las habilidades como montar a caballo y bailar. Hoy parece que la meta es hacer dinero, sin que interese necesariamente la forma de conseguirlo, ya que se considera triunfador a quien obtiene capital económico en una carrera contra el tiempo.

Es cierto que debemos perseguir mejores condiciones de vida, pero parece que el final de la ruta nos llevará inevitablemente a la crisis de la sociedad, porque el éxito se mide por la ambición financiera de la comunidad que persigue la codicia, los intereses geopolíticos en diversos escenarios de la guerra fratricida y la decepción que quien la propicia es el mamífero más respetable, que resulta a la vez como el gran depredador de la naturaleza, aniquilador sueños y esperanzas de otros congéneres.

En determinados lugares con economías extractivas, unos grupos derivan su éxito económico gracias al apoyo de instituciones políticas que manejan a su antojo, de tal forma que el poder está realmente en manos de una élite que actúa sin restricciones de ninguna naturaleza, monopolios protegidos a través de conexiones con gobiernos que al no lograr responder a las demandas sociales prometidas, ni resolver la inequidad, prefieren no amenazar esos intereses de los poderosos.   

Mientras tanto, la mayoría que lucha por una justicia igual para unos y otros, busca oportunidades, prioriza sus necesidades, persiste en alcanzar la cima, y en esa lucha eterna por sus derechos, anhela un mundo más imaginativo y generoso para todos.  

El ideal humano se parece al horizonte, vamos hacia allá, porque sólo así avanzamos como personas, sociedad y especie. Nos vamos volviendo exigentes con las libertades y queremos cada vez más satisfacciones de orden material, laboral, profesional, familiar, entre otros, que constituyen una suma de los momentos vividos que creemos constituyen la felicidad, y donde la memoria recoge la importancia de lo logrado, conseguido, compartido y disfrutado. 

Pero así como la filosofía no sirve para salir de dudas, sino para entrar en ellas, es importante interrogar en lo que somos y no necesariamente en lo que queremos, en la búsqueda de revivir el espíritu  de una sociedad que comprenda realmente el tejido de lo humano, y tenga consciencia de evitar la posibilidad de aniquilar la especie humana en poco tiempo, ante los intereses perversos e incapacidad de subsistir entre diferentes. Necesitamos encontrar el sentido de nación, de una sociedad o de una época determinada para tener comprensión significativa de los hechos. De lo contrario, en poco tiempo y sin entender para donde vamos, quedará en vilo la existencia humana.

Que gran sentido y visión la de José Saramago cuando expresó ”Llegará el día, en que la inteligencia será despreciada y la estupidez sea adorada”, porque el verdadero desarrollo del cuerpo social únicamente se logra a través de espacios donde prime la armonía entre derechos y deberes que dan forma a la libertad humana.