Desde el otro lado

La Evangelización del Nuevo Mundo

Cuándo Cristóbal Colón emprendió el segundo viaje a  América, el 25 de septiembre de 1493, tenía la encomienda Real y papá de la Evangelización del Nuevo Mundo. Además, de las 20 naves que hicieron la travesía cargadas de animales, plantas, semillas, alimentos y 1500 personas, también traía en su viaje un grupo de religiosos que se encargarían de la tarea en la Isla Española. 

Cuatro meses antes de este segundo viaje del descubridor, el 3 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI, por medio de las bulas “Eximiae devotionis e Inter cetera”, le había dado la encomienda a los reyes españoles, bajo santa obediencia, de que se preocupasen de la evangelización de los indígenas.

La comitiva religiosa estaba encabezada por el fray Bernardo Boyl, sacerdote Benedictino, quien fue presentado al papa por los reyes y estaba avalado por el nombramiento de Legado Pontificio en las nuevas tierras, con la misión de instruir a los indígenas.

Acompañaron a Boyl: el ermitaño Gerónimo Ramón Pané, el Mercedario Juan Infante, y los Franciscanos fray Rodrigo Pérez, y los legos Juan de Ledeule y Juan Tisim.

Una vez en tierra todo el contingente, el 10 de diciembre de 1493, Cristóbal Colón fundó el primer pueblo organizado en el Continente Americano, al que llamó La Isabela en honor a la reina Isabel La Católica, convirtiéndose en el primer asentamiento urbano en América.

La primera misa en América fue oficiada el 6 de enero de 1494 por fray Bernardo Boyl en La Isabela, en una improvisada capilla, en una enramada, y se ofició la misa al lado de un árbol de guayacán, que aún permanece en el lugar.

Desde su llegada a la isla, fray bernardo Boyl emprendió la predicación y la catequesis en compañía de fray Ramón Pané, correspondiéndole construir el primer templo de la Española, el cual fue dedicado a Nuestra Señora de Monserrate.

Ese templo, como hemos descrito, era una muy simple estructura, cuyo lugar exacto quedó confirmado por investigaciones arqueológicas y hallazgos de los expertos Herbert W. Krieger, Carlos García Robiou, René Herrera, Fritot y Francisco Pérez de la Riva, quienes visitaron la Isabela a mediados de 1945, enviados por el Patronato Interamericano pro Restauración de La Isabela, y fueron acompañados por  los expertos dominicanos Emil de Boyrie de Moya y José Antonio Caro Álvarez.

Hace unos días, con motivo de la condecoración al académico español, Feliciano Barrios Pintado, secretario de la Real Academia de la Historia, el presidente Luis Abinader nos comentaba sobre la restauración y ambientación en la Isabela y su entorno y que se establecerían un conjunto de rutas históricas en el lugar donde se ofició la primera misa en el Nuevo Mundo.

Esa positiva decisión presidencial viene luego de más de treinta años de la última intervención para construir en el lugar el denominado “Templo de Las Américas”, cuando el presidente Joaquín Balaguer, en ocasión de cumplirse los 500 años de la celebración de esa primera misa, el 6 de enero de 1994, erigió sobre los escombros de la que existía una nueva iglesia de arquitectura colonial.

En aquella ocasión, para recordar el lugar de ese acontecimiento católico, se construyó un recuadro de ladrillos formando parte de la misma cinco vitrales del magnífico y recordado pintor dominicano José Rincón Mora, quien vivía en Alemania y consiguió que el Arzobispado de Munich aportara para cubrir el gasto de las obras y su traslado a República Dominicana, así como la obra de interpretación de las estaciones del “Vía Crucis” realizada por el pintor norteamericano Joseph Dawl.

Ese “Templo de las Américas” fue diseñado por el arquitecto Cristian Martínez y construido por el Ing. Dino Campagña, con la colaboración de los Ingenieros Manuel Fernández Peix y Rafael Pina y la asesoría del Arquitecto Frank Angelo Porcella Baehr.

El Parque Nacional y Arqueológico de La Isabela histórica es una realidad, la cual debe asimilarse como una ruta de recorrido histórico y turístico, en ese precioso entorno donde también se estableció el primer cabildo de América.