Fortuna Imperatrix

Españoles, no seáis locos

En 1976 vino a España desde Buenos Aires el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, quien había sido ministro en la II República y presidente de ella en el exilio de 1962 a 1971. Entonces “La Actualidad Española” publicó una entrevista con él, y otros medios, como el diario YA, algunos extractos importantes. Gracias a un antiguo ejemplar de ese periódico, que los recogía en su sección “Ver, oír y...contarlo”, y que se conservaba junto a otros muchos, en sacos, en la particular “hemeroteca” de un viejo almacén, acerté por casualidad a leerlos, siendo este un buen momento para compartirlos:

“Ha llegado la hora de la reconciliación de los españoles. No seáis locos. Dejad paso a la cordura y a la reflexión. Temo a vuestra pasión y a la ambición de algunos hombres. Si no actuáis inteligentemente  y no dais paso al diálogo en libertad podemos padecer una nueva dictadura de derechas o una de extrema izquierda. O puede desencadenarse otra guerra civil y habremos de sufrir hambres, cárceles, fusilamientos y exilios como los sufridos otrora”. Su experiencia y su condición de historiador le llevan a añadir: “Somos muy locos, tremendamente apasionados. El pueblo español es un permanente volcán. Hace dos mil años, Tito Livio escribió que España era un país a propósito para hacer y rehacer la guerra por la naturaleza de su geografía y de sus habitantes. Roma tardó doce años en conquistar Francia y doscientos en conquistar España”.

Para Sánchez-Albornoz la guerra civil fue más que tremenda. “Los españoles son  valientes -decía-, pero muy locos, y se vuelven autodestructivos. Es necesario olvidar, pero también recordar. Creo que a los viejos españoles les cabe hoy la responsabilidad de terminar con el encono “franquista” y “antifranquista”. Tienen la apremiante obligación de empezar a ceder. Si no se hace esto, si no se termina con la antinomia, si los españoles se dejan llevar por su alocada pasión, efectivamente, lo que conocemos de la guerra civil será sólo la primera parte; la segunda se desencadenará tarde o temprano. Y otra guerra civil, aunque ahora pueda tener otros vencedores, significará millones de muertos, cárceles, miseria, exilio”. Y deja claro, este hombre emocionado, que si hubieran triunfado los republicanos, para él y para tantos también, esa otra alternativa hubiera significado el exilio, porque no habría triunfado la república democrática sino el comunismo, “cosa que tampoco soporto, como no pude soportar el franquismo”.

Sánchez-Albornoz regresó para quedarse en 1983, fijando su residencia en Ávila, donde falleció en 1984. Descansa eternamente en paz en la catedral, como Adolfo Suárez, el político que pilotó la transición hacia la democracia en España, considerada por muchos países como ejemplar, porque la concordia fue posible, como reza una placa colocada en una estatua suya instalada junto a la muralla. En conclusión, “los fantasmas de la Guerra Civil estaban enterrados, hasta que llegó el tonto de Zapatero” -esto dijo Arturo Pérez-Reverte hace poco en una entrevista televisiva-, “y la lió”.