Todos hemos estado ahí. Esa relación que no cortamos porque “ya invertimos mucho tiempo”. Ese proyecto que no dejamos porque “ya gastamos demasiado dinero”. Bienvenidos al fascinante (y autodestructivo) mundo del sesgo del coste hundido. Es la trampa mental más cara que pagarás. Pensamos que abandonar algo es perder, pero el verdadero fracaso es seguir hundiéndote para no admitir un error.
En los negocios, este sesgo mantiene proyectos muertos con respiración artificial. Empresas que siguen tirando millones en productos fallidos porque “ya gastaron mucho”. ¿Resultado? Más pérdidas. Pero no solo pasa en la oficina. ¿Cuántas veces sigues en relaciones que no funcionan o terminas una serie aburrida solo porque “ya viste cinco episodios”? Ridículo, pero real.
El sesgo del coste hundido no discrimina. Nos mantiene atrapados en situaciones que ya no nos aportan valor. La próxima vez que te encuentres justificando una mala decisión con “ya invertí demasiado”, recuerda: el coste real es seguir hundiéndote. ¿Cómo Escapar? Pregúntate “Si empezara desde cero, ¿volvería a elegir esto?” Si la respuesta es no, corta. Los mejores inversores saben cuándo retirarse, no es cobardía, es estrategia.
Así que, ¿vas a seguir cargando con ese lastre o vas a soltarlo? Tú decides, pero no digas que no te lo advertí.