Para conocer los detalles de la vida de Cervantes resulta imprescindible consultar ‘Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra’, la magna biografía en siete tomos que publicó en 1951 Luis Astrana Marín. Algunos cervantistas como Jean Canavaggio se han permitido cuestionar alguna de sus opiniones, pero como le recordó Andrés Trapiello en su momento, el historiador francés siempre tuvo de referencia la obra de Astrana. En su tomo tercero incluye una exhaustiva investigación sobre la estancia de don Miguel en Argel que resulta fundamental para valorar ‘El cautivo’, la reciente película de Amenábar. Hago un resumen de la citada investigación.
Argel estaba en manos del turco y controlado desde Constantinopla por un Bajá designado a tal efecto. Los cristianos que habían sido capturados y esperaban un posible rescate se movían con libertad por la ciudad. Cervantes puso en marcha un cuarto intento de huida, pese a lo cual seguía circulando tranquilamente por la ciudad. Hubo un traidor entre los que organizaban el plan que se lo hizo saber al Bajá Hazán.
«Hombre de 35 años, alto de cuerpo, flaco de carnes, los ojos grandes, encendidos y encarnizados, la nariz larga y afilada, la boca delgada, ni demasiado barbado, de pelo como castaño y de color cetrino que declinaba hacia amarillo, señales todas de mala condición»
Cervantes se presentó voluntariamente ante Hazán, asumiendo toda la responsabilidad para evitar males mayores. El Bajá lo mandó encerrar aunque por poco tiempo, pues le envió enseguida a sus baños. Unos meses después llegó una orden desde Constantinopla para que Hazán regresara y este se quiso llevar consigo al escrito. Estaba ya embarcado rumbo a la capital otomana cuando el padre mercedario Fray Juan Gil, que llevaba varias semanas en Argel, consiguió reunir el gran rescate que se exigía por él y liberarlo.
Antes de emprender el regreso a España se le sometió, junto a diferentes testigos, a un interrogatorio para conocer su conducta en los cinco años de cautiverio. El informe fue positivo, aunque hubo un testigo que le acusó de ‘actos indecentes’. No se tuvo en cuenta y pudo viajar en dirección a Valencia. Cervantes contaba entonces 33 años.