La política exterior norteamericana para Latinoamérica fue entre los años 1993 al 1995 era pautaba por Michael Skol, en su calidad de Subsecretario Adjunto del Hemisferio en el Departamento de Estado de los Estados Unidos y, por ende, a quien le correspondió manejar la crisis electoral dominicana de 1994.
A Skol lo conocí por el amigo Daniel Santos, entonces encargado del escritorio dominicano en el Departamento de Estado, en una recepción en Washington, ofrecida por Enrique Iglesias, presidente del BID, organismo donde me encontraba haciendo una pasantía, manifestándome su gran amor por República Dominicana.
La República Dominicana se paralizó durante tres meses y la situación se hacía cada vez más precaria ante la denuncia internacional de fraude de José Francisco Peña Gómez, líder y candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y presidente de la Internacional Socialista, acusando a los jueces de la Junta Central Electoral y a todo el gobierno.
Ante ese complicado escenario, el PRD solicitó una solución negociada con acompañamiento internacional que permitiera una salida válida e institucional. A esa mediación internacional, además de Skol, se sumó el embajador John W. Graham, jefe de los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Pero como si todo esto fuera poco, en medio de todo aparecieron actores nacionales que sorprendieron con su actitud, como el caso del Ing. Carlos Morales Troncoso, tal y como lo revela y consigna el historiador Bernardo Vega en su obra “Las dolosas elecciones de 1994”, quien siendo el vicepresidente de la República hizo fuertes críticas al Dr. Joaquín Balaguer. Morales le expresó a Michael Skol en Bogotá, el 7 de agosto de 1994, en la toma de posesión del presidente de Colombia, Ernesto Samper, que “Estados Unidos tenía que actuar con firmeza con relación a Balaguer y que eso debería incluir el no enviar una delegación a los actos de toma de posesión y el retiro de la embajadora americana si es que realmente Washington esperaba concesiones reales”. (págs. 197 y 198).
Esa postura del vicepresidente Morales Troncoso impactó al mismo Balaguer por lo inesperada e inusitada, pero había el disgusto de que fue reemplazado como candidato vicepresidencial por el empresario Jacinto Peynado.
Morales Troncoso creía, a su vez, que él podía erigirse como parte de la solución al problema, incluso lo llegaron a proponer para presidir un gobierno provisional. Pero, lo que él olvidó es que cuando se habla con funcionarios norteamericanos de ese nivel, todo queda debidamente registrado y escrito. Esta revelación del accionar de Morales Troncoso proviene de los archivos confidenciales de Skol.
Esto conllevó a que el año 1994, el Departamento de Estado tuviera acciones más contundentes sobre la crisis, ya que no solo se trataba de una denuncia del líder opositor y candidato, sino que también provenía del propio vicepresidente de Balaguer y embajador dominicano en Washington. Algo totalmente inaudito.
El subsecretario Skol visitó al presidente buscando una solución a la crisis, pero al retirarse del despacho cuestionó al líder reformista qué había que hacer en República Dominicana para celebrar nuevas elecciones. Pero también le propuso la instalación en el país de un campo para refugiados de Haití, para acoger a quienes intentaban llegar a las costas de Estados Unidos, huyendo de la inestabilidad de ese país. Ante esa salida Balaguer acusó a Skol de haberle tirado el "dardo de los partos".
Balaguer hacía referencia a “los partos”, uno de los pueblos de lo que hoy es Irán, los cuales usaban una táctica de guerra común con otros pueblos de Irán y Armenia, la retirada fingida de los arqueros a caballo, mientras galopan, el jinete se da vuelta para lanzar flechas con dardos envenenados al enemigo.
El presidente Balaguer con su ironía y en un accionar patriótico, ni corto ni perezoso, le propuso al subsecretario estadounidense, que ya que estaban dispuestos a cubrir con los gastos de esas instalaciones, que las hicieran en Haití, en lugar de en la República Dominicana.
Michael Skol fue el artífice de algunos puntos, considerados imprescindibles por los norteamericanos, en el llamado “Pacto por la Democracia”: reducción del período presidencial de Joaquín Balaguer a solo dos años, prohibición constitucional de la reelección y el establecimiento de la doble vuelta.
De esta forma, se convocaron en 1994 nuevas elecciones en la República Dominicana, se solucionó la crisis electoral y se siguió el redil democrático.