Carmen

Enumeración 

Carmen dice que ama este libro bendecido por el halo mistérico de Juan Carlos Mestre.

Yo amo lo que Carmen escribe, lo que Carmen hace porque amo la belleza que no se complace, la ternura que no es condescendiente y pregunta. Este libro es barco que parte a diario. Deben acercarse a él y dejarse alimentar. No siempre sacude las manos el brillo de la poesía.

Amo la desmesura de sus otoños y el plan infinito de hojas que van encontrando su hueco en la memoria. 

Carmen es la espectadora rubia en el patio de butacas. El fósforo escondido que buscan los poetas. Enumeración es amado y es la chispa que enciende la imaginación y las ganas. Galaxia del Bierzo está, que releer hasta que se haga semilla que germine. Enumeración es un camino de guijarros que ir recogiendo mientras se camina hacia atrás. Sólo así se contempla entero el horizonte de este huerto fértil en el que todos los ojos, todas las manos, todos los danzantes son bienvenidos.

Carmen es la esposa de un bosque en el que dialogan los pintores que se retiran cortésmente el sombrero. La tejedora que susurra historias en la penumbra.

La amiga de la duda.

La amiga.

La amiga que ha firmado un contrato de obra con Baudelaire, con Wislawa, con Silvia.

Con Manuela López y le lleva las cuentas de su collar cada agosto al hayedo.

Todas las criaturas de Carmen cobran vida con la última luz del día, la que huele a los campesinos y a los mineros que se retiran. Los que compran la última muñeca de cartón en el colmado de Fabero. 

Todas las criaturas de Enumeración desayunan un festín de nomeolvides y dientes de león. Están invitados a los partos y a las bosas.

 Dormitan con la liebre de marzo en las copas de las encinas.

Acérquense a él. Acérquense a los ojos y al invierno. Yaménlo como se ama la generosidad y la amistad de Carmen. De Busmayor.

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