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Autobiografía

Este peculiar género literario, si es que realmente existe, nació como justificación de una vida de  fechorías. Así lo entendieron ejemplos señeros como Flavio Josefo o Juan Jacobo Rosseau (como decía el ‘Ausente’). Lo cierto es que bajo este marbete hemos podido disfrutar de autobiografías como la de Gabo o padecer de otras como la de Michelle Obama, por citar dos de las más vendidas en la historia. Este ejemplo nos muestra que suele haber diferencias cuando el autor es un escritor o un personaje público. Hay casos extremos, como el de Josep Pla que en los 46 volúmenes de su ‘Obra Completa’ presenta una involuntaria y extensísima autobiografía o el de otro grafómano como Mark Twain cuya obra vista globalmente tiene un efecto parecido. La novela autobiográfica, el diario, el dietario, las memorias, son géneros a veces indistinguibles, sobre todo si el primero está también narrado en primera persona que es lo habitual, aunque pueda haber excepciones como ‘Vida de Arcadio’ de Arcadi Espada que está narrado sorprendentemente en tercera. 

El próximo jueves 14 de noviembre, a las siete de la tarde, se presenta en la librería El Halcón Maltes una autobiografía titulada ‘Me parece haber nacido hace más de cien años’ cuya autora me ha invitado a dialogar con ella en la presentación. Se da la circunstancia de que aparezco en el libro y estoy en desacuerdo con lo que dice pero, Rosa Pardina, la autora, mantiene su oferta. Naturalmente esto es una disculpa para ir más allá del desacuerdo y poder discutir diferentes puntos de vista sobre este supuesto género. Anticiparé mis principales discrepancias:

- Aunque está muy bien escrita y la vida de la autora es apasionante no puede evitar caer en el principal defecto de una autobiografía, ser autoindulgente. 

- Todos los hombres que aparecen, y no son pocos, no parecen estar a la altura siendo yo la única excepción. Este hecho me resulta inaceptable, uno también quiere ser ‘malo’.

- El eje de la vida de la autora es un ‘Rise and fall’ personal y profesional que se expone con crudeza. Echo a faltar una reflexión del porqué, más allá de los factores externos. 

Como se puede comprobar nuestras discrepancias no son menores, quizás podamos reconciliarlas reflexionando sobre el significado del fracaso. En 1918 Rafael Cansinos Assens escribió su llamada ‘biografía espiritual’ que tituló ‘El divino fracaso’. En ella renunciaba a las pompas del éxito literario cifrando éste en alcanzar su particular equilibrio interior. Después de escribirlo le llegó el triunfo popular a través del ‘ultraísmo’ cuyo globo el mismo se encargó de pinchar para pasar al cuasi anonimato el resto de su vida. Sin embargo, estuvo escribiendo durante años una larga autobiografía (‘Memorias de un literato’) que se publicó póstumamente. En ella traicionó sus propios principios e hizo una ácida crítica de sus contemporáneos a  los que culpó de su fracaso literario a pesar de los excelsos méritos que se atribuía. Es decir, cumplía las tres características que atribuyo a la obra de Rosa: autoindulgencia, misoginia (en este caso) y ausencia de reflexión sobre el porqué de su fracaso. No podemos pues pedirle a  nuestra autora lo que el mismísimo Cansinos fue incapaz de hacer. Como gran admirador del escritor y de Rosa Pardina puedo concluir que aunque su vida pidiera considerarse objetivamente un fracaso para mí alcanzaron el mayor de los éxitos, hacer siempre lo que les dio la gana.