Cruce de ideas

Aburrido

Miguel Castro Gómez
photo_camera Miguel Castro Gómez

“Aburrido del tiempo, angustiado y ocioso […]

Aburrido del aire, la respiración

El cuerpo se cansa, la nueva infección […]

Aburrido del cielo, de la nube que pasa

Aburrido del ritmo de vida en la casa […]

Aburrido de ver tantos muertos y vivos

De tener pena y no tener motivos […]

Aburrido de todo, exista o no exista”

Los versos anteriores corresponden a la canción “Aburrido” de Pablo Chill-E, un cantante chileno que plasma la realidad política y social de su sociedad en el año 2020, cuando la pandemia del COVID-19 estaba en pleno auge.  Con ellos intenta comunicar la apatía e incertidumbre con la que se vivió ese momento, incluso transmite un ápice de derrotismo o desesperanza.

No es casualidad que recurra a ellos para plasmar nuestra realidad en 2025. Mi experiencia como profesional de la salud mental, me lleva a alzar la voz (una vez más y junto a otras muchas personas) para solicitar una serie de características básicas en el desarrollo de cualquier ente humana: empatía, responsabilidad y bondad. Características ausentes o dormidas en una sociedad que se dirige hacia un cataclismo o hecatombe.

Estamos de acuerdo en que una persona tenga que estar trabajando 14 horas fuera de casa, sin opción a conciliar o tener tiempo libre de calidad, sino será imposible pagar el alquiler o la letra de hipoteca; aprendemos a deshumanizarnos en pos del beneficio o la productividad y a depender de pastillas que nos mantengan “vivos” por el enorme el estrés al que estamos expuestos.

Normalizamos que una persona sufra acoso y sea ella la que abandone el trabajo/colegio, y por supuesto, que sea ella la que aprenda habilidades sociales y estrategias de afrontamiento en terapia.

Igualmente mandamos a consulta psicológica o psiquiátrica, a las personas que exponemos continuamente a comentarios negativos sobre su cuerpo, orientación sexual o etnia, a las personas expuestas a violencia física y psicológica y después las culpamos por ser demasiado “débiles”.

Se observa con pasividad, e incluso se justifica que seres humanos sean asesinados y expuestos a situaciones inhumanas. Se tolera que el hambre y la sed, maten. Y eso que somos una sociedad “civilizada.”

¿Dónde está la responsabilidad de los generadores de ese daño? ¿Por qué las consecuencias las asumen siempre las víctimas? ¿Por qué se culpabiliza y responsabiliza a la víctima? ¿Por qué tiene que cambiar la víctima? ¿Por qué normalizamos todo esto? ¿De verdad todo se puede justificar?

Pablo, yo también estoy aburrido y tenemos motivos.