El brujal ataque de Hamás contra Israel significó un antes y un después en la historia del pueblo judío, pero también en la de Oriente Medio. El mundo cambió ese día para siempre; fue la mayor matanza de judíos desde el Holocausto.
El 7 de octubre de 2023, cuando veía las terribles imágenes que transmitían todos los medios de comunicación, tuve la impresión de que esta guerra que acababa de comenzar iba para largo y que ese día significaría un antes y un después en el conflicto de Oriente Medio. Desgraciadamente, no me equivocaba y los peores pronósticos se han confirmado, incluso han sido superados por los acontecimientos y han ocurrido acontecimientos que ni en los peores sueños hubiera imaginado, como los bombardeos iraníes contra ciudades israelíes.
La única lectura positiva que se puede extraer de los acontecimientos que como una catarata se suceden en Oriente Medio desde esa fecha es que al menos ya sabemos quienes son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos. Por ejemplo, ya sabemos que los gobiernos de la izquierda latinoamericana, como los casos de Petro, Lula y Boric, en Colombia, Brasil y Chile, respectivamente, y las satrapías de Cuba, Nicaragua y Venezuela son enemigos declarados de Israel y el pueblo judío sin que se pueda esperar nada de ellos.
En Europa también las cosas están claras. Irlanda, Noruega y España, países que reconocieron a Palestina cuando apenas Israel enterraba a las casi mil trescientas víctimas de la matanza del 7 de octubre, no son nuestros amigos, porque su nuevo antisionismo es el viejo antisemitismo de siempre pero maquillado al estilo progre como se lleva ahora, y rezuman un odio hacia Israel inocultable bajo sus ropajes izquierdosos.
Por no hablar de los pusilánimes y los cobardes, como el presidente francés Emanuel Macron, que en plenos ataques contra Israel por todos los frentes, ordenó detener la venta de armas al Estado hebreo para que pudiera ejercer el derecho a su legítima defensa, y el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, artífice de todo un sinfín de iniciativas políticas y diplomáticas para machacar a los gobernantes israelíes y apaciguar a los terroristas palestinos, libaneses, sirios e iraníes.
Esta vez ya no quedan dudas de donde están los enemigos de Israel, son visibles, ya no pueden tirar la piedra y esconder la mano, sino que sus posiciones han quedado expuestas a la luz del día sin necesidad de buscar coartadas ideológicas. En mi memoria quedan muchas imágenes de muchos dirigentes judíos de algunas comunidades rindiendo pleitesía, casi arrodillándose sin dignidad alguna, ante personajes como Petro, en la esperanza de que algún día les sirviera de alguna ayuda. Ilusos. Como hubiera dicho el genial Winston Churchill, "os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”, aunque sea una guerra dialéctica y el decidido apoyo de Petro a los terroristas, incluso mandando un emisario diplomático a Ramallah para dar fuelle en su carrera asesina a los criminales palestinos.
Irán, la mayor amenaza para la paz mundial
Algo hemos ganado, aunque también hemos dejado en el camino muchas vidas, el sufrimiento, sobre todo el de los rehenes en manos de Hamás, la destrucción de muchas familias y existencias truncadas y una guerra que hemos tenido que dar en todos los frentes, incluido el mediático, contra un enemigo despiadado y brutal, cobarde y cruel. Una guerra impopular que nos fue impuesta el 7 de octubre y que no queríamos ni los judíos ni los que nos consideramos sus amigos. Una guerra contra nuestros enemigos declarados, sin que nosotros los hubiéramos tenido nunca como tales, pero también contra la mentira, la infamia, la manipulación de los hechos y las imágenes, la demagogia y el victimismo de las falsas víctimas.
Nunca habían tenido más vigencia las palabras de aquella gran judía nacida en Ucrania, Golda Meir, cuando llegó a decir: ”Sólo tendremos paz con los árabes cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian”.Ahora, cuando Irán continúa lanzando sus misiles contra objetivos civiles israelíes y no contra militares, Israel está defendiendo al mundo de uno de los mayores peligros para la paz mundial, mientras otros prefieren mirar para otro lado y defender a los terroristas, como el infame primer ministro español, Pedro Sánchez.
Israel ataca a Irán porque el problema no son las armas nucleares, que las poseen otros países, como la India, Pakistán, China y Rusia, sino quien tiene la capacidad y la posibilidad de apretar el botón de las mismas. El régimen teocrático iraní representa hoy en día la mayor amenaza para la paz del mundo, no solamente para Israel, sino para todos sus vecinos, ¡Imaginen si Hitler hubiera tenido varias bombas atómicas en sus manos! Es hora de acabar con este régimen y apoyar incondicionalmente a Israel, como batalla final en esta guerra que comenzó el 7 de octubre de 2023 y en memoria de aquellos que fueron asesinados vilmente.