Madrid pierde 74 horas al año en atascos: la ciudad se estanca en 1979 mientras Europa acelera

Desde 1979 no se conceden nuevas licencias de taxi, aunque la población ha crecido un 50% y el turismo se ha multiplicado por cuatro. Estudios recientes advierten que Madrid necesita entre un 35% y un 75% más de taxis y VTC para acercarse al estándar europeo.

Tráfico en Madrid - Cabify
photo_camera Tráfico en Madrid - Cabify

La movilidad, un espejo de la calidad de vida urbana

Moverse por Madrid se ha convertido en una prueba diaria de paciencia. Cada día, más de dos millones de vehículos circulan por la capital, colapsando sus principales arterias y restando horas de vida a sus ciudadanos. Según datos de INRIX, en 2024 los conductores madrileños perdieron una media de 74 horas al año atrapados en atascos, una cifra que sitúa a la ciudad entre las más congestionadas de Europa.

Mientras tanto, las políticas de movilidad no han evolucionado al mismo ritmo que el crecimiento urbano. Desde hace más de cuatro décadas, no se emiten nuevas licencias de taxi, pese al incremento de la población y al auge del turismo. El resultado es una oferta de transporte que se ha quedado estancada en los años setenta mientras la ciudad se expande y se moderniza.

Una brecha con Europa que no deja de crecer

Un reciente estudio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), realizado junto al Centro de Investigación y Tecnología del Transporte (CERTH), revela una conclusión contundente:

Madrid necesita entre un 35% y un 75% más de taxis y vehículos con conductor (VTC) para atender la demanda actual y alcanzar el nivel de otras capitales europeas como Londres o París.

En cifras absolutas, el déficit oscila entre 8.300 y 11.000 nuevas licencias si se busca igualar el ratio por habitante de las grandes urbes europeas, o hasta 18.000 si se quisiera cubrir toda la demanda real en horas punta. Actualmente, la Comunidad de Madrid cuenta con 24.510 licencias activas de taxi y VTC, una cifra muy por debajo del estándar europeo.

En Londres, por ejemplo, la densidad de vehículos con conductor por habitante triplica la madrileña; en París, la duplica. Esta brecha no solo limita la movilidad, sino que también aumenta la dependencia del coche privado, agrava la contaminación y penaliza la calidad del aire.

Qué ocurriría si desaparecieran los VTC

Los servicios de movilidad como Cabify han desempeñado un papel decisivo en los últimos años al aliviar parte de la congestión urbana. Pero el estudio plantea una hipótesis inquietante: si este tipo de servicios desapareciera, hasta medio millón de coches particulares adicionales podrían circular por las calles de Madrid.

Cada vehículo con conductor —según estimaciones del sector y estudios independientes— sustituye de media a 6,7 coches privados. Si se multiplica ese efecto por el número actual de licencias, la presencia de taxis y VTC en la capital evita la emisión de más de 166.000 toneladas de CO₂ al año, una cifra clave en un momento en que la sostenibilidad urbana es prioridad global.

La ecuación es clara: menos oferta de movilidad flexible implica más atascos, más emisiones y más frustración ciudadana.

La otra cara del atasco: estrés, desigualdad y tiempo perdido

Más allá de la contaminación, el problema tiene un rostro humano. Las horas perdidas en el tráfico son horas que no se dedican al descanso, a la familia o al ocio. Para quienes viven en la periferia o deben desplazarse cada día a su trabajo en la capital, la situación es aún peor: casi la mitad de los habitantes del área metropolitana tarda más de una hora diaria en sus desplazamientos laborales, según datos del INE.

La saturación del transporte público agrava este panorama. En 2024, Cercanías Madrid registró más de 700 incidencias significativas, con un millón de viajeros perdidos respecto al año anterior. A la vez, el Metro sufre aglomeraciones constantes en hora punta, especialmente en líneas troncales como la 6 y la 10. Sin alternativas privadas suficientes, la movilidad madrileña funciona al límite de su capacidad estructural.

¿Por qué Madrid se ha quedado atrás?

El problema no radica solo en el número de vehículos, sino en la falta de planificación y actualización normativa. Las licencias de taxi se regulan con una rigidez heredada de hace décadas, mientras que los servicios de VTC viven bajo una regulación cambiante y, a menudo, restrictiva.

El informe de la UPM advierte que una liberalización parcial, planificada y sostenible permitiría mejorar la oferta, reducir la congestión y alinear a Madrid con los modelos europeos, donde la regulación combina control público con incentivos a la innovación tecnológica.

En paralelo, la ciudad necesita reforzar la intermodalidad: integrar transporte público, vehículos compartidos y movilidad eléctrica en una red más eficiente y menos contaminante.

Un desafío estratégico: mover Madrid sin colapsarla

El futuro de la movilidad madrileña pasa por encontrar un equilibrio entre libertad, sostenibilidad y servicio público. Entre las medidas que los expertos proponen destacan:

  • Ampliar gradualmente las licencias de taxi y VTC, priorizando vehículos eléctricos o híbridos.
  • Impulsar la interoperabilidad entre Metro, Cercanías y autobuses con herramientas digitales comunes.
  • Optimizar el uso del espacio urbano, con zonas de aparcamiento inteligentes y control dinámico del tráfico.
  • Aplicar políticas de datos abiertos para planificar en tiempo real la demanda y ajustar la oferta.
  • Fomentar el transporte compartido y la movilidad activa (bicicleta, patinete, caminar) en distancias cortas.

El objetivo no es solo moverse más rápido, sino vivir mejor. Menos tiempo en un atasco significa más tiempo para la vida.

El debate que definirá el Madrid del futuro

La movilidad es mucho más que una cuestión técnica: es un derecho ciudadano y una condición de bienestar colectivo. Madrid se encuentra hoy en una encrucijada. Puede seguir atascada en un modelo de 1979, o avanzar hacia una movilidad moderna, sostenible y flexible, capaz de integrar taxis, VTC, transporte público y vehículos compartidos en un ecosistema urbano más equilibrado.

Decidirlo no será solo tarea de políticos o empresas: también de los ciudadanos, que cada día eligen cómo moverse y, con ello, qué ciudad quieren construir.